Como no tenía bastante con la taza de ricino con tamaño de piscina olímpica que lleva consumida en las últimas semanas, la ministra española de Igualdad parece haber pedido que le sirvan otra al acusar a todo el PP de “promover la cultura de la violación”. Qué más necesitaba el ultramonte para volver a la carga sobre quien se pone voluntariamente en la diana.

"Es un estilo guerra civilista que quiere esconder la incompetencia de un equipo ministerial y lanzar una cortina de humo ante el fracaso de la «ley del solo sí es sí»"

Francisco Marhuenda (La Razón)

La degradación del Parlamento”, pide el frasco de las sales el director de La Razón, Francisco Marhuenda. Por supuesto, no se refiere a quienes tildan todos los días de golpistas a los diputados catalanes o a la culiparlante del PP que llamó terrorista al padre de Pablo Iglesias en la cámara. Su visión perífica no alcanza a la derecha. Solo ve lo que hay a la izquierda: “El estilo de la líder de Podemos, así como de otros seguidores de Iglesias, no hace más que provocar la crispación y el enfrentamiento. No se puede ser equidistante ante un ataque tan brutal contra el principal partido de la oposición. Es un estilo guerra civilista que quiere esconder la incompetencia de un equipo ministerial y lanzar una cortina de humo ante el fracaso de la «ley del solo sí es sí»”.

También en el editorial del diario azulón —ni me molesto en sacar un entrecomillado— se insiste en que no se puede ser equidistante. Eso significa que hay que tomar partido por los insultos si vienen de la bancada requetediestra. Aquí tienen a José María Marco defendiendo a la faltona de Vox: “La diputada de VOX fue ampliamente condenada como populista, aunque pocos se esforzaron por entender que ese populismo viene a suplir, aunque sea con formas discutibles, la indefensión en la que ha quedado la democracia liberal ante el ataque del social-podemismo”.

ABC no pierde la oportunidad de montarse un cóctel con el exceso verbal de Montero y los demás. Así, el curioso titular que abre la primera del vetusto diario reza: “Filoetarra, no; fascista, sí”. Debajo, la apostilla: “Batet permite a Montero acusar a sus rivales políticos de promover la cultura de la violación, mientras es inflexible con PP, Vox y Cs”. Y la síntesis de todo ello, en esta frase del editorial: “Es tan evidente el intento de blanquear los antecedentes de los nuevos aliados del Ejecutivo como inadecuado el deseo de resucitar la dialéctica guerracivilista, atribuyendo continuamente la condición de fascista a un partido que no se reconoce en esa ideología”.

"Llamar filoetarras a Bildu no es un insulto, es una cortesía"

Ignacio Camacho (ABC)

Aprovechando el viaje, varios amanuenses se dan un baño de lodo a cuenta de la expresión “filoetarra” por la que anteayer expulsaron a una diputada de Vox del Congreso. Ignacio Camacho firma una de las piezas, que empieza así: “Llamar filoetarras a Bildu no es un insulto, es una cortesía. La diputada de Vox fue incluso amable al respecto: la partícula 'filo' se queda corta para definir la relación exacta de la coalición separatista con los pistoleros. No son sólo amigos sino testaferros y siguen respaldando el mismo proyecto aunque ya no compartan los métodos”.

"Cuando les dicen «proetarras» más les valdría contestar «y a mucha honra...». Currículum tienen para ello"

Álvaro Martínez (ABC)

Con más sal gruesa, Álvaro Martínez trata de remedar a su maestro Camacho: “A lo mejor 'los cinco de Bildu' creen que en vez de llamarles «proetarras» se merecen que Batet les organice un aurresku en el hemiciclo que honre su denodada labor en lo que ellos llaman «el conflicto vasco», que entonces consistía en aplaudir tras aquellos estampidos y ahora es hacerse los ofendidos cuando se define escrupulosamente lo que son. Cuando les dicen «proetarras» más les valdría contestar «y a mucha honra...». Currículum tienen para ello y se juegan un 'ongi etorri' (como Arnaldo manda) cuando regresen a su pueblo”.

En El Debate, Antonio R. Naranjo introduce una variación sobre el mismo tema. Para filoetarra, el que duerme en la Moncloa: “El problema no es, pues, que los filoetarras de toda la vida sigan siendo todavía filoetarras, sino que también lo sea Pedro Sánchez, que lo es”.

Fíjense cómo se desvían del asunto central, que era lo de Montero ayer. No importa. Ya viene Arcadi Espada en El Mundo para devolver la el balón al campo de juego. Y a lo bruto, porque lo primero que hace es arrojar a la ministra su acusación: “Los promotores de la cultura de la violación práctica son gentes a lo Irene Montero, empachadas de una ideología que ni siquiera comprenden y, en consecuencia, temibles cuando disponen de un poder que ejercer. En los años 70 el desangramiento posmoderno de la izquierda solo dio textos académicos tóxicos y falsos y panfletos de una comicidad lacerante. Hoy, en los gobiernos y singularmente en el Gobierno de España, produce leyes, decretos y órdenes. La ley sí o sí es el ejemplo más reciente y extremado del patético intento de someter la realidad a la ideología. Y su mensaje real sobre las mujeres es inequívoco: seréis violadas, pero lo seréis libremente”.

Ya que nos hemos subido a los cuernos de la luna, sigamos subiendo, a ver quién gana el concurso de exageraciones. Miquel Giménez (Vozpópuli) Presenta su candidadutara asegurando que esto es una guerra: “Cuando la mesa del Congreso priva del uso de la palabra a una diputada de VOX por llamar filoetarras a los filoetarras pero, en cambio, riñe solo un poquito a Montero por decir que el PP practica la cultura de la violación es signo de que nos hallamos en plena guerra. Guerra, hay que insistir, que no va a ganarse por el lado que defiende la Constitución poniendo cara de bonico, que decimos en Murcia”.

"Cuando uno ve cómo la izquierda quiere imponer unilateralmente su modelo de sociedad, uno comprende cuáles fueron las circunstancias que llevaron al 18 de julio de 1936"

Ramón Pérez-Maura (El Debate)

¿Ha dicho guerra? Háganse a un lado, que, por segundo día consecutivo, llega el aullador de El Debate Ramón Pérez-Maura a avisarnos de que estamos a un tris de que la gente de bien se subleve, como en el 36. Ojito: “Todavía, gracias a Dios, no ha habido derramamiento de sangre. Pero cuando uno ve cómo se están rompiendo las reglas de juego, cómo la izquierda quiere imponer unilateralmente su modelo de sociedad, uno comprende cuáles fueron las circunstancias que llevaron al 18 de julio de 1936”. Menos mal que solo es un chisgarabís, que si no, daría miedo.