Lo mismo que la primavera se adelanta en esos grandes almacenes, en Diestralandia Alberto Núñez Feijóo ya duerme en Moncloa. O casi. Es cuestión de tiempo, proclama en José Alejandro Vara en La Razón: "Sánchez ya sabe que Feijóo va a ser presidente del Gobierno. Tardará más, tardará menos, pero va a resetear España. Sólo hay que oír su discurso, ver su estrategia y la manera de afrontar la política que tiene el gallego. Ni más ni menos que como hizo en su comunidad cuando desde la oposición marcó de manera implacable a Touriño, aunque siempre con la mano tendida al acuerdo".

Ignacio Camacho corrige levemente la sentencia en ABC con un condicional: "En una sociedad política bipartidista, Núñez Feijóo sería ya el presidente in pectore del Gobierno de España porque desde la derecha radical hasta los votantes decepcionados del sanchismo constituirían una mayoría favorable a la alternancia".

La bola de cristal de Pedro J. Ramírez también sitúa al mesías gallego Moncloa en un ratito, aunque lo tenga que sudar: "Feijóo tiene un difícil camino por delante. Pero este fin de semana, sin estridencias ni golpes de pecho, se ha presentado a los españoles como una alternativa fuerte, fiable y moderada a Sánchez. Como un hombre de Estado que, a fin de cuentas, llega a Madrid avalado por una gestión eficaz en Galicia y cuatro mayorías absolutas".

Presa de la misma fascinación albertista, el editorialista de El Debate glosa su líder: "Pero Feijóo ha dejado las cosas claras desde el primer asalto al recordar que moderación no es tibieza; dialogo no es sometimiento; los intereses de España no son los de este Gobierno; «no nos van a intimidar; no nos van a decir lo que tenemos que hacer o pensar en cada momento. No seríamos leales a España si dejáramos de hacer oposición»".

También en el diario catolicón, Carmen Martínez de Castro (antigua jefa de gabinete de Rajoy) se suma al coro de lisonjas: "Después de este fin de semana, el PP ha vuelto a los clásicos de la política, que es lo que cabe esperar de un partido que se proclama conservador. Vuelven la experiencia, la defensa de la marca y la solidez; la racionalidad frente a tanto vaivén emocional y un discurso hecho menos de adjetivos y más de sustantivos. Un PP que será menos oposición y más alternativa".

El editorial de El Mundo lleva la misma melaza, aunque también una pequeña advertencia: "Feijóo, en fin, se ha rodeado de un equipo que casa con su proyecto de partido. Sabe que, en contraposición a Sánchez, es un acierto mostrarse ante la opinión pública como un valor seguro de la gestión, pero no puede caer en el error de Rajoy de fiarlo todo a esa carta. Desde el centroderecha debe abanderar la regeneración de la política española, cuyo deterioro institucional es evidente".

Líneas rojas, o sea, azules

En La Razón se han olvidado de que fueron casadistas hasta el último minuto y destilan alborozo albertista. Eso sí, con una condición que sirve para encabezar su editorila del hoy: "No caben pactos con Podemos gobernando". Y si lo prefieren más detallo, aquí lo tienen: "Desde esta realidad, no parece que sea posible llegar a un entendimiento de Estado, al menos, mientras la izquierda populista siga en la mesa del Consejo de Ministros. No dudamos de que con Feijóo descenderá el tono de la confrontación partidaria, pero sí de que en las circunstancias actuales y con las políticas del Ejecutivo haya mayor margen de para un acuerdo que, desde todos los puntos de vista, sería una buena noticia para los intereses de los españoles".

Esa es la misma línea roja, o sea, azul, que pone al gallego el veterano José María Carrascal en ABC: "La forma de no caer en la trampa, sin embargo, es bien fácil: basta con hacer una contraoferta: que Sánchez renuncie por su parte a gobernar con el apoyo no sólo de Podemos, sino también del resto del Frankenstein, desde los independentistas hasta los sucesores de ETA, pasando por quienes buscan convertirse en reinos de Taifas y rechazan la Monarquía".

Como cabe esperar, Federico Jiménez Losantos sube el listón. Ni con Podemos ni sin Podemos: "Nada de negociar. Sánchez solo negocia con los suyos: comunistas, separatistas y etarras sin arrepentir, mientras engrasa los medios audiovisuales que ofician de celestinos o mamporreros, según la ocasión. Lo que se exige del PP es la aceptación del sanchismo como forma de Estado, no como un Gobierno más, perecedero en las urnas. El Gobierno de concentración con que sueña la derecha funcionarial ya lo formó Sánchez con Garzón y sus garzonettes para llegar al poder. El PP debe elegir entre acatarlo o derribarlo".