Es el ágora de Rekalde, una plaza entrecomillada con columnas que la rodean, un enclave sobre el que pende, desde hace años, la espada de Damocles de una autopista al vuelo y que se abrocha con un escenario. Les hablo, ya lo habrán intuido, de la plaza de Rekalde, el corazón de un barrio bravo y en lucha que gasta mucha vida de calle. El topónimo del barrio (“junto al arroyo” en euskera) hace referencia a una zona determinada que hoy lse localiza cerca de la plaza de Rekalde. Según testimonios había pequeños riachuelos que desde Uretamendi y Arraiz, entre otras cumbres de Bilbao, bajaban hasta Rekalde engrosando el río Elguera que, soterrado actualmente, atraviesa la plaza. Esta característica dio origen al topónimo “Errekalde”. Hoy no hay noticia de los viejos regatos y la plaza, eso sí, mantiene una seña de identidad propia. La decisión de modernizarla y sacarle provecho no suena mal, por mucho que la gente nostálgica ponga el grito en el cielo. Un cielo que va a dejar de ver.

Quizás ese sea uno de los propósitos principales de la obra que ahora se anuncia para cubrir la plaza de Rekalde, Al parecer el objetivo del Ayuntamiento es adecuar el entorno para poder albergar actividades que esquiven los estragos de las condiciones climáticas . Al parecer la gente del barrio se quejaba del espacio perdido cuando arreciaba la lluvia, cuando apretaba el sol. La cubierta, además de proteger la plaza, alcanzará la zona del escenario y la pérgola de hormigón que todo lo rodea, las columnas de aire romano de las que les hablaba al comienzo de esta reflexión. Hay que pagar un precio, eso parece claro: durante cinco meses se impodrá el trajín de las obras. No hay otra salida.

El barrio se industrializó al llegar el siglo XIX, al pasar a formar parte de la cuenca minera de los montes aledaños, de los cuales se extraía hierro y cobre, sobre todo de Iturrigorri. Luego llegaron las playas de vías ferroviarias que les alejó del centro de Bilbao y en esa soledad se forjó un carácter. La construcción de Ametzola y su pertienente urbanización dieron a este barrio una vida de otra índole mientras la plaza seguía ahí, inasequible al desaliento. Ahora se anuncia un nuevo giro hace el futuro y el barrio, supongo, lo agradecerá. Habrá alguna voz discrepante, seguro. En Rekalde nunca se ha vivido bajo el signo de la conformidad. Rekalde siempre fue Barrio Revolución.