ANTE ustedes, ante nosotros si lo prefieren, he aquí el agua que no cesa, una cascada de euskera que riega la vida de más gente cada día. No era así antes, cuando era una lengua que se hablaba en la clandestinidad. No conviene olvidarlo. No por nada, la ikastola de San Nikolas lleva seis décadas fomentando el uso del euskera en Algorta. Nació inspirándose en el ejemplo de la primera ikastola clandestina de Bilbao. Nueve familias hicieron una apuesta valiente y conformaron el Centro de Enseñanza de San Nikolas. En aquellos días evitaron el uso de la palabra ikastola a fin de esquivar las restricciones que el régimen franquista impuso durante toda su existencia a la enseñanza y al uso normal del euskera. En la oscuridad pero con la luz de las linternas para que la lengua de los vascos no cayese en el olvido.

Al grito de Txonbo!, San Nikolas organiza este año el Ibilaldia, las fiestas a favor de las ikastolas vizcainas, en alegre biribilketa, como se decía antaño. Anuncian la toma de las calles de Getxo con un programa de música, bailes, colores y tradiciones centrado en la cultura vasca y la ikastola, para impulsar la actitud participativa de jóvenes y adolescentes. Una toma abierta y alegre, una reconquista feliz.

Aquellos que lo lucharon hace seis décadas bien sabían que no hay nada imposible para aquel que lo intenta. ¿Qué dirían hoy, cuando el Ibilaldia corre por las venas de su creación? Se recuerdan aún aquellos tiempos duros pero, una vez restañada la herida, conviene no mirar hacia atrás. Es preferible hacerle caso a Aristóteles cuando dijo aquello. ¿Que qué era aquello? Un pensamiento aplicable a todos los órdenes de la vida, incluida la lucha por el euskera. “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos” sentenció el filósofo. Es una idea redonda y de aplicación inmortal. Mientras alguien desee beber de la fuente del euskera habrá Ibilaldia para rato.