NO son más limpios quienes más lavan sino quienes menos ensucian. Con todo, el don de la limpieza es uno de los requisitos más prioritarios a la hora de juzgar a quienes gobiernan. Limpieza y transparencia, ese es el reto. En respuesta a la pregunta de Elkarrekin Bizkaia sobre las 5.664 cláusulas sociales y medioambientales aplicadas en la Diputación Foral de Bizkaia durante esta legislatura sobre las que han arrojado algunas dudas, algunos claroscuros, Elixabete Etxanobe dejaba ayer claro que las citadas cláusulas tienen como objetivo fomentar el empleo de calidad, garantizar los derechos laborales, impulsar la salud laboral, fomentar la protección del medio ambiente, garantizar los derechos lingüísticos de la ciudadanía e impulsar la igualdad de hombres y mujeres, entre otras cuestiones. Asegura que todos los contratos firmados bajo estas reglas relucen en estos capítulos, que no han encomendado a nadie la vigilancia –la supervisión se ha seguido con gente de la casa...– y que van a mantenerse a la expectativa. Insisto, lo importante es no manchar.

Ha sido necesario salir a la luz pública para despejar cualquier duda. Parte de la oposición asegura haber detectado ciertas irregularidades, no en la existencia de las cláusulas en los contratos sino en su cumplimiento. Piden una evaluación continua porque les extraña tanta limpieza. Es curioso ver cómo la desconfianza es el pan nuestro de cada día en los gobiernos de cualquier tipo. Casi nadie se cree tanta blancura. O, dicho de otra manera, hay mucha gente pasando el algodón, ese que no engaña, según decía el claim (esa frase utilizada en la publicidad de productos y servicios para despertar las emociones de los consumidores a fin de transmitir un mensaje específico o reforzar la imagen de una marca...) de aquel viejo anuncio publicitario, por ver si se oscurece, siquiera un poquito. Si ha de ser así, que así sea. Que sigan frotando.