NO ha habido manera de echar un vistazo al firmamento de la gastrononomía en Bizkaia, esa bóveda celeste donde asombran al mundo entero las Estrellas Michelin, como si las turbulencias del viento hubiesen cubierto los cielos del territorio, encapotándolo. Este año se ha oscurecido el paseo de las estrellas y la lluvia de San Lorenzo, tan propia de agosto, pasó de largo. Bizkaia se queda, eso sí, con los doce luceros que alumbraban antes del cónclave recién celebrado en Toledo y el asunto es casi digno de celebración. Ahora les explico el porqué.

Primero llegó la noticia de que el histórico Zuberoa pondrá fin a su trayectoria, presumiblemente, el próximo 30 de diciembre. Así lo confirmaba el legendario chef Hilario Arbelaitz, poseedor de una estrella Michelin, que se jubilará a los 71 años. Apenas unos días después, se conocía también el cierre de Eme Be Garrote, de Martín Berasategui, otro restaurante de Gipuzkoa que con su adiós deja al País Vasco sin otro resplandor en el cielo. No es fácil encontrar relevos ni mantenerse en el alambre. No es fácil o no es rentable, vaya usted a saber.

Zuberoa está situado en Garbuno, un antiguo caserío con casi 700 años de historia del barrio de Iturrioz, en Oiartzun, y es uno de los principales troncos de la gastronomía vasca. Allí Hilario era el primero en encender el fuego, allí se cocinaba con carbón y leña, allí brotaba la comida tradicional, la de toda la vida, que al parecer y a los ojos de la Guía Michelin, ha quedado algo antigua para las guías. En 2008 le quitaron una de las dos estrellas que tenía sin que por ello se comiese en esa casa como los ángeles, en el paraíso.

Ahora Bizkaia, que ve como algunos de los templos de la cocina vasca caen de ese Olimpo de los dioses de plexiglás que son las guías, mira la decisión de Michelin de pasar de largo por estas tierras. Un aplauso para el Arrea! alavés y a seguir.