El argumento puede resumirse de la siguiente manera. Johnny Friendly dirige con mano de hierro los muelles de Nueva York, todos tienen miedo de hablar hasta que Terry Malloy critica esa ley. Marlon Brando es el que da cuerpo a Terry en la legendaria película de los años cincuenta, La ley del silencio. No recuerdo bien ahora de quién es la frase pero sí que me impactó cuando la escuché. “El silencio es el verdadero crimen contra la humanidad”, era la idea. Ahora, cuando el Athletic afronta sus tiempos más exigentes de la temporada, hay que evitar quedarse con la boca cerrada. No es una buena solución.
Para la gente del fútbol no sirven expresiones derivadas del cine como, qué sé yo, ¡Silencio, se juega! La voz ha de escucharse. La de las gradas (cuando canta, para el aliento; cuando silba, para la presión...); la del portero cuando grita eso de ¡mía! a la hora de salir; la de los entrenadores, cuando explican sus estrategias; las de los jugadores, para entenderse sobre el césped; y las del árbitro para imponer la ley. Más allá del silencio que exigen espectáculos como la ópera, el fútbol reclama algarabía. Fiesta o desencanto, según vayan las cosas, se expresan a viva voz. Sergún vayan las cosas del fútbol, por supuesto.
Y ahora, esta noche, cuando el Athletic se encuentra a un paso de hacerse oír en Europa tras siete años de doloroso silencio por ausencia, sería horrible quedarse, quedarnos, mudos una vez más. Ni por coacción (no queremos un Johnny Friendly en los muelles de San Mamés...), ni por decisión propia (no debiera hacer falta una espoleta de pólvora ajena que nos anime a expresarnos...). Hay que animar porque es bueno para los jugadores y porque es una hermosa manera de pregonar la noticia por Europa: el Athletic, los leones, han vuelto.
¡Qué raro es el fútbol sin decir ni mú! Y qué triste es verlo condenado a los juzgados porque hay gente que no entiende que los mensajes deben girar en su órbita; que las actitudes están sometidas a la ley, como todos nosotros. Si hubo excesos, por una u otra parte, habrá que corregirlos. Pero si el Athletic ha sido lo que es a lo largo de su historia se ha logrado a base de una hermandad sin fronteras, sin barreras, sin reproches en casa. Ojalá llegue a tiempo la concordia y la convivencia; ojalá está noche, cuando el Viktoria Plzen salte al césped de San Mamés, seamos todos Marlon Brando. Ojalá el Athletic gane y Europa lo vea.