SE acercan, por el horizonte, una cuadrilla de jinetes que se recortan frente al sol. Son momentos en los que el Athletic, un punto malherido tras el inesperado empate de Granada –no hay que alzar las manos al cielo lanzando juramentos como han hecho algunos; es un desliz sin más...–, afronta momentos que estarán cargados de emoción en lo sentimental y de importancia en lo clasificatorio. Habrá que lanzar la vista al frente para afrontarlos con el coraje y el empuje de este año y no echar la vista atrás en ningún caso.

La emoción, les decía, que hará del sábado entrante un día inolvidable. ¿Será posible que aparezca, a los pies de San Mamés, un gigante más grande que Iribar? Sí. La estatua que honra al Txopo es de bronce patinado y mide 2,10, algo más que la escala natural. No podrá, eso sí, volar como el ángel negro. Su inauguración será un acto de justicia y su aparición seguro que consigue, como dicen los argentinos, que piante un lagrimón.

¿Han resistido? En San Mamés les aguarda un partido de barba recia, frente a un Atlético de Madrid al que el Athletic se medirá en la distancia corta de la clasificación. Ganar ese partido, una proeza pero no un imposible, despertará el apetito de los sueños. ¿Champions League a la vistam habida cuenta que el siguiente escenario vuelve a ser San Mamés, este año pura roca para los rivales...?

También soñaba con las maravillas del golf Jon Rahm en su infancia y ya ha lucido la chaqueta verde, soñaba con pisar el césped de San Mamés y lo hará en un saque de honor que pone el broche al 125 aniversario. Será antes del partido primero, toda vez que habrá un segundo, un encuentro que recuerde y homenajee el paso del Athletic por Europa, tierra que pisó por primera vez en Oporto con viejas gloria. Saldrán Aduriz y Julen. El corazón nos boxeará dentro del pecho.