OS incidentes ocasionados por los ilegales botellones en las denominadas no fiestas que han ido marcando el verano empiezan a caldear el otoño político en el marco del origen de los altercados. Comportamientos que han vuelto a darse la madrugada del miércoles en Plentzia con el resultado de tres detenciones bajo la acusación de desórdenes públicos y resistencia a la autoridad tras los incidentes que se produjeron en el casco viejo de la localidad o la quema de contenedores en Bakio dibujan un escenario donde el descontrol ya es la norma y que exige respeto y responsabilidad como actitudes inexcusables resultado de una educación en la convivencia. Los incidentes, que se repiten en las últimas semanas del verano, alcanzan una dimensión por su persistencia que han de ser tachados de absolutamente inaceptables con su consiguiente coste social y estigmatización de una juventud que no comparte en su totalidad estas actitudes pero también hay que actuar sobre su control. Los episodios violentos ya han abierto brecha entre el Gobierno vasco y la oposición encarnada en EH Bildu sobre si su origen es ideológico, basado en un modelo social de ocio neoliberal o básicamente nos hallamos ante un problema estructural de falta de valores y educación en la juventud. Pero por encima de las diferencias, es absolutamente necesario seguir llamando al cumplimiento de las normas y con la insistencia ineludible en que la prevención y el control siguen siendo las principales herramientas para encarar las aglomeraciones, los botellones y los incidentes que se dan como resultado de la necesaria y a la postre insuficiente intervención policial. Que los altercados se estén produciendo de manera sistemática deriva además en un hartazgo ciudadano que tiñe de miedo y preocupación el día a día de los vecinos y vecinas de los lugares donde se producen los actos incívicos y que asisten impotentes a las dudas sobre su seguridad. Con todo, y en el incicio de septiembre tras un mes en el que los incidentes no han sido la norma pero sí suficientes para erosionar los valores de convivencia y respeto de nuestra sociedad, se hace absolutamente necesario porque aún queda verano, abandonar tibiezas y reforzar el control y la prevención para evitar las concentraciones de personas en las denominadas no fiestas y evitar choques que deriven en más disturbios.