Euskadi se ve en el mapa. Las calles de las capitales vascas, las localidades y enclaves emblemáticos de la costa, los viñedos de la Rioja Alavesa, los parajes naturales de Nafarroa, los singulares rincones de los territorios del norte... son estos días punto de encuentro para miles de turistas llegados de los más diversos lugares. Esas personas colocaron hace unas semanas o meses su dedo sobre un mapa en el que aparecían los territorios vascos y decidieron pasar sus vacaciones de Semana Santa aquí. Pasearse por las calles de Bilbao, por ejemplo, y comprobar la cantidad de turistas que se mueven por el Casco Viejo, por el Ensanche, por los museos, por el paseo de Abandoibarra... y descubrirlos mirando con profundo interés y sorpresa un edificio, un rincón o una actividad humana que pasan desapercibidos para el ciudadano local, se ha convertido en algo habitual, aunque no por ello deja de ser motivo de conversación y, también, de satisfacción para los bilbainos, los vizcainos y los vascos en general. Hace no muchos años era prácticamente impensable que Bilbao se encontrara en cuarto lugar en cuanto a tasa de ocupación hotelera en el Estado, detrás de destinos como Málaga, Granada y Sevilla, según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. También en turismo rural, los territorios vascos se hallan a la cabeza de los niveles de ocupación. Nafarroa lidera el ranking del Estado con un porcentaje del 89%, mientras que la CAV se sitúa en segundo lugar, con un 74%. A la hora de explicar las causas de esta evolución exponencial de Euskadi como destino turístico se suele simplificar haciendo mención al denominado efecto Guggenheim. Sin duda, esta ha sido una de las varitas mágicas que han situado a nuestro país en el mapa mundial, pero no conviene olvidar otras muchas actuaciones impulsadas por las instituciones del país que se han conjuntado para dar solidez al fenómeno turístico. No ha sido, por tanto, una cuestión de magias, sino de un trabajo intenso en busca de un equilibrio entre territorios y su diversidad de ofertas, con la meta siempre de ser atractivos para un turismo de calidad, para un turista que busca algo más cuidado que lo que ofrecen los destinos masificados. Preservar esas características es la mejor forma de seguir siendo visibles en el mapa.