Ya vamos viendo cómo la continuación, el sostenimiento del actual Gobierno de progreso, es una especie de sinvivir salpicado de insidias, amenazas, presiones, sospechas, trampas y el continuo recelo a una situación casi insostenible. De momento, mientras llueve y escampa, Pedro Sánchez resiste al frente de sus heterogéneos apoyos que apostaron por el progreso social y democrático. Y que dure, porque echemos un vistazo a la alternativa.

En el Partido Popular, tras el intento del entonces presidente Pablo Casado de desplazar a codazos a Isabel Díaz Ayuso, que con mando y plaza en Madrid pretendía hacerle sombra, intento que le salió rana y le desterró al anonimato, los poderes ocultos que manejan la derecha española animaron a Alberto Núñez Feijóo, a la sazón capo casi vitalicio en su apacible satrapía de Galicia, para que abandonase aquella periferia y acaudillase la victoria electoral del PP. Estaba chupado, según todas las encuestas. Él iba a ser el mesías que devolviese a la imperecedera derecha española el poder arrebatado por los comunistas y separatistas. No fue así. Y más valió, porque si las profecías demoscópicas se hubieran cumplido, o si acababa por triunfar la guerra sucia que contra Sánchez y el sanchismo despliega esta derecha extrema apoyada por buena parte de los medios y buena parte de la magistratura, no me cabe duda de que cumplirán la amenaza en la que se han juramentado. Derogarán todas las leyes progresistas aprobadas: Memoria Democrática, Educación, Eutanasia, Trans, Reforma Laboral y el Ministerio de Igualdad. El PP aspira a resucitar la derecha dura, autoritaria y sin ninguna concesión a cualquier posicionamiento que cuestione la unidad de España tal y como Franco la entendió.

Evidentemente, ni Feijóo ni su PP, y a pesar del escoramiento ultra cada vez más descarado de su rival Díaz Ayuso, podrían alcanzar el poder sin contar con Vox, esa extrema derecha que se inició como excrecencia del PP y que acaudilla Santiago Abascal. Si los de Feijóo aliviarían el cuerpo legislativo actual de las leyes progresistas arriba citadas, podemos imaginar cómo de estrepitosa iba a ser la marcha atrás de un país gobernado por derecha extrema y extrema derecha, teniendo en cuenta que según el programa de Vox sobran las autonomías, el aborto, el divorcio, los inmigrantes, todo el mundo LGTBI y hasta la propia Constitución.

Y ya puestos a describir el lado oscuro, la lastimosa alternativa a este sanchismo de nuestras congojas, aún quedaría por sumar ese regüeldo entre pseudoácrata y nazi que bautizó como un chiste Se Acabó la Fiesta el tal Alvise Pérez, un pillo sacacuartos que llegó a europarlamentario a base de soltar bulos, a propagar el caos disfrazándose de antisistema y animar a la objeción fiscal a la chavalería sin criterio que bebe toda su ciencia, su experiencia y su conciencia en las redes sociales. Si pilla, el tal Alvise se sumará al PP y Vox y colgará de ellos como una garrapata.

Esto es lo que hay al otro lado, así que ojo cuidao.