EL discurso sobre el Estado de la Unión de Ursula von der Leyen en Estrasburgo ha dejado una frase que quedará en la memoria: “Europa está en combate”. Más allá del dramatismo, refleja un tiempo de crisis y de decisiones históricas para la Unión Europea.
El debate de este año en el Parlamento Europeo ha sido, quizá como nunca antes, un espejo de las tensiones que atraviesan nuestro continente. La presidenta de la Comisión quiso colocar a Europa frente al espejo y lo hizo con una contundencia inusual: “Europa está en combate”. No se trataba solo de una metáfora, sino de un diagnóstico. Combate por sus valores frente a la desinformación, combate por su autonomía tecnológica frente a potencias globales, combate por su seguridad frente a Rusia y combate por la justicia social dentro de sus propias fronteras. La intervención de Von der Leyen, con anuncios que van desde la creación de un Centro Europeo para la Resiliencia Democrática hasta un Cuerpo Europeo de Bomberos, pretendía mostrar que la Comisión no está paralizada ante la magnitud de los desafíos. Y, sin embargo, la reacción dividida en el hemiciclo confirma que el combate no es solo externo: también se libra dentro de la propia casa europea.
Los ejes del discurso
En su discurso se dibujaron tres grandes ejes. El primero, la seguridad. Von der Leyen endureció el tono frente a Israel y prometió un programa de “ventaja militar cualitativa” para Ucrania, dejando claro que el apoyo a Kiev no es coyuntural, sino estratégico. En paralelo, anunció nuevas capacidades defensivas europeas, como el muro de drones en el flanco oriental, consciente de que la frontera oriental protege a todo el continente. El segundo eje, la economía y la innovación. La presidenta defendió una Europa con coches eléctricos asequibles fabricados en su territorio, con gigafábricas de inteligencia artificial y con cadenas de suministro seguras. No es solo una agenda industrial: es una declaración de independencia frente a China y Estados Unidos. El tercer eje, la justicia social. Con su propuesta de redefinir la vivienda asequible y de diseñar una estrategia para erradicar la pobreza en 2050, Von der Leyen recordó que el proyecto europeo no se sostiene únicamente sobre la defensa y los mercados, sino sobre la dignidad de sus ciudadanos.
De las palabras a los hechos
Sin embargo, entre las grandes palabras y los ambiciosos anuncios persiste la pregunta de siempre: ¿serán los Veintisiete capaces de caminar juntos? La fractura entre Estados miembros es real y visible. Hay quienes consideran las sanciones a Israel excesivas y quienes las ven demasiado tímidas; hay quienes abrazan la autonomía tecnológica y quienes temen su coste político. Von der Leyen apeló a la unidad, consciente de que sin ella ninguna de las promesas pronunciadas en Estrasburgo podrá materializarse. Y ahí radica el verdadero combate: en demostrar que Europa es capaz de estar a la altura de sus propios discursos. Porque las palabras inspiran, pero solo los hechos construyen historia.