LA dirección de ETB exigió a Ion Aramendi que no consumara su abandono hasta finalizar el EiTB Maratoia (la de los 1.500 Lau teilatu y el millón de euros para los niños con cáncer), cuya gala le había sido encomendada. El miércoles fue su adiós. Tres años ha durado su desdicha en la televisión pública vasca y el balance de ¿Qué me estás contando? no puede ser más decepcionante en audiencia y reputación. Procedente de la telebasura de Telecinco, llegó para remediar las tardes de Euskadi, que no han levantado cabeza desde que Patxi López y Alberto Surio liquidaran el exitoso Pásalo de Iñaki López y Adela González. ¿Quién pensó que este frívolo aventurero era la solución? ¿Por qué implantar aquí una sucursal de la simpleza española, de fruslerías y charla tonta? La defenestración de Klaudio Landa, por incompatibilidad, fue el colmo del despropósito.

El huido conducirá en Televisión Española El Cazador, un concurso diario para gente mal entretenida. ETB es otra cosa. No estamos para idioteces y cuando hacemos humor lo hacemos con la solvencia de Vaya Semanita. Somos de Rolex o de carteras, ya lo dijo Aitor Esteban en la tribuna política. Expertos hay que defienden la pertinencia de mezclar géneros, lo serio con lo divertido, y maridar. Maldita palabra. En un restaurante de Madrid comí setas con serrín de abedul y aún flipo. ¿Se ha inspirado la tele en la gastronomía experimental para crear sus potajes indigestos? Los programadores creen que todo tiene que ser picante, quizás porque así encubren sus viandas podridas. Niego la mayor: hay que ser brillante.

Lo natural ahora sería que Arantza Ruiz -a quien Ion Aramendi humilló en DEIA llamándola “muleta fantástica para mí”- se hiciera cargo del programa vespertino. O la polivalente Adela.

Euskal Telebista tiene el banquillo más desaprovechado del mundo y la autoestima profesional en busca y captura.