LA prolongación hasta 2024 del contrato de Yuri Berchiche, comunicada ayer martes por el club y consensuada dos meses atrás, es bien recibida. El acuerdo se produjo mientras el jugador convalecía de una intervención de pubis, cuyo retraso causó malestar al tratarse de una dolencia que, con sus vaivenes, venía arrastrando desde la campaña 2019-20. El momento escogido para el anuncio obedece quizás a que el jugador está muy cerca ya de reaparecer, sin descartar en absoluto intereses de índole institucional. Aún necesitará un tiempo para coger la forma el lateral zurdo, cuya última actuación como titular se remonta al 7 de abril, fecha en la que el Athletic acudió a Anoeta. El partido concitó gran expectación por celebrarse solo cuatro días después de que la Real se alzase con el título de Copa en una noche infausta de los rojiblancos.

Algo ha cambiado en la mente de Yuri, quien cumplida su primera temporada en el Athletic dijo en estas páginas que no descartaba acometer en el futuro un cambio de aires. Su vinculación con la entidad finalizaba en 2022 y barajaba la posibilidad de probar luego en un fútbol diferente. En concreto citó la liga estadounidense como una experiencia sugerente, en la línea de la vivida en las filas del París Saint-Germain.

Parece que Yuri ha optado por aparcar otros proyectos, de lo que se deduce que su segunda etapa en Bilbao le ha llenado en todos los sentidos, el personal y el deportivo. La primera, cuando solo era un crío, resultó convulsa y tuvo un final abrupto. En la actual no han faltado episodios infelices, sobre la hierba y en el apartado físico, concentrados en el curso anterior. Nada de esto ha impedido que el guipuzcoano, un tipo acaso impulsivo y sin duda muy espontáneo, haya escogido el Athletic para satisfacción de un entorno que ha sabido valorar ese temperamento suyo, tan particular.