Dice Benet Salellas, abogado de Santos Cerdán, que nadie entra en la cárcel “dando palmas”. Pero el expolítico navarro llegó a la cárcel madrileña de Soto del Real “tranquilo”, convencido de que no ha tenido nada que ver con algo que se parezca a la corrupción, y seguro de que el tiempo les “dará la razón”. “La estrategia de defensa ha sido muy meditada, muy reflexionada, es la estrategia de alguien que se declara inocente. Lo hemos explicado, la prisión pasará y el tiempo nos dará la razón”, asegura.

En conversación con este periódico, la defensa de Cerdán adelanta que en los próximos días formulará un recurso contra el auto de prisión dictado por el juez. Cree que será la sala de apelación la que dirimirá la prisión provisional.

El auto del instructor deslizaba la posibilidad de que la prisión termine cuando ya no haya riesgo de destrucción de pruebas, es decir, cuando la policía judicial ya tenga en su poder el suficiente material tecnológico y documental. “El propio juez puede, de oficio, modificar la situación de cárcel cuando crea que ya tiene las investigaciones satisfechas, veremos si viene por sala de apelación”, asegura Salellas.

Las declaraciones de los empresarios, pendientes

Lo siguiente será esperar a las declaraciones de los cinco empresario involucrados en la causa, y que están fechadas para los días 4 y 7 de julio.

“El auto ha dado un papel muy relevante a Cerdán en la intermediación con las constructoras, pero estamos a la expectativa de que se aporten pruebas. Nosotros también presentaremos informes. Lo que dice el juez es que parece que todo el mundo tiene claro qué ha pasado, solo que las pruebas no han aparecido. En cuanto a Santos Cerdán, no van a aparecer. Porque hay mucho relato, mucho discurso político, pero en relación con el dinero y Santos Cerdán, no hay nada”, sostiene, y pone como ejemplo el patrimonio del exdiputado: “No hay indicios de enriquecimiento”.

Por cierto, que la Fiscalía y las acusaciones pedían para Santos la imputación por delitos contra la Hacienda o malversación, algo que Salellas señala como imposible si no ha existido ni enriquecimiento, ni facturas, ni pagos, ni nada parecido.