ODO en el mismo día. Al rato de que Luis Enrique convocase a Unai Simón con la absoluta de España, el Athletic anunció que el portero ampliaba en dos años, hasta 2025, su contrato. Ya es casualidad que el día en que Simón salta al primer nivel internacional y se coloca por tanto a la par de Kepa Arrizabalaga, encima apuntale el vínculo que le une al club en el que no quiso estar el de Ondarroa.

Algunos periodistas especializados en la selección hispana sostienen que el estreno de Simón no responde a una razón coyuntural. A ver, en todos los equipos la incorporación de gente joven es parte de un proceso natural que no cesa y está orientado a que el potencial de las plantillas no acuse un estancamiento. En la lista ofrecida ayer aparecen bastantes novedades que afectan a todas las líneas, gente asidua en categorías inferiores a la que se le brinda una oportunidad de trabajar con los mayores y suple a quienes acumulan muchas llamadas y van teniendo una edad. Sin embargo, la veteranía no es el rasgo distintivo de los habituales en la portería de España. Ni De Gea, que cumplirá 30 en noviembre, ni Arrizabalaga, próximo a los 26, entran en esa categoría que invita a pensar en un relevo generacional.

Este detalle enlazaría con la realidad que viven De Gea y Arrizabalaga en sus respectivos clubes: ambos cargan con la vitola de sospechosos. El del Manchester United hace tiempo que es mirado con lupa, lo cual incluso favoreció que su titularidad con España fuese cuestionada por Kepa. El problema fue que durante la pasada campaña también el crédito de este sufrió una merma considerable en las filas del Chelsea. Así que poco más se necesita para elucubrar con la ascensión de Simón, a quien la prensa madrileña no descarta como el elegido para asumir la máxima responsabilidad en breve.

Además, sucede que la candidatura de Simón se apoya en argumentos de peso. Se proclamó campeón de Europa con la Sub´21 y en su primera temporada completa en la élite se ha codeado en el plano estadístico con Oblak y Ter Stegen, considerados como dos de los mejores del planeta en la actualidad. Su progresión en tan corto plazo descubre a un valor sólido, sobrio dentro y fuera del campo, fiable pese a su escaso contraste y resolutivo, como ha podido atestiguar el Athletic en bastantes encuentros. Aún le faltan cosas e incurre en fallos, no numerosos aunque alguno haya sido grave, pero es que si no fuese así estaríamos ante un fenómeno que contraviene las leyes del fútbol. Su cometido requiere maduración y en su ficha solo figuran 48 partidos en Primera.

Con solo cinco más en su haber se largó de Bilbao el inquieto Arrizabalaga, quien hace unas horas comprobó que para alcanzar una cima existen diversos caminos. El destino se ha puesto en plan juguetón al asociar el Athletic con la selección española y esto sucede justo a los dos años del gran salto de Kepa al campeonato referencial, a ese santuario donde el poso de la tradición va cediendo ante el avasallador estímulo del dinero a chorro.

Otros episodios a valorar en este ámbito traen a la memoria el caso de Llorente, quien nunca volvió a ser llamado por España desde que fichó por el Juventus; ni ser campeón de Italia le reivindicó para esa causa tan de su gusto. Acaso Aduriz fuese captado en su lugar cuando recién sopladas 35 velas reclamaron sus servicios ante la ausencia de genuinos hombres de área. La presencia internacional de Javi Martínez fue asimismo decayendo irremisiblemente a pesar de la llamativa cosecha de títulos del Bayern Múnich. Por no hablar de Herrera, un futbolista en quien apenas se dignaron en reparar aunque la llamada "Roja" teóricamente practicase un estilo de juego a su medida, idea esta que seguro que él comparte, defiende y proclama.

A veces, los atajos no son tales. En ausencia de una selección con la que identificarse, resulta que el Athletic constituye un atractivo escaparate para que España se nutra.