CRISTIAN Ganea ha dejado el Athletic esta semana. Con contrato en vigor hasta junio de 2021, alcanzó un acuerdo con el club para soltar amarras y continuar su carrera en el Aris de Salonica griego. Se va sin hacer ruido, de puntillas, tras haber comprobado la imposibilidad de que su sueño y su futuro fuesen coincidentes. En su momento creyó que el destino le había bendecido con el mejor regalo, pero al cabo de un par de años la cruda realidad le empuja a hacer la maleta, nada que sea nuevo para alguien habituado a los cambios de aire desde muy joven.

No ha hallado acomodo en el club que adoptó como referencia sentimental a raíz del reencuentro con su familia radicada en Basauri. Tenía once años y la integración de sus padres le facilitó las cosas. De chaval jugó en dos de los equipos del pueblo y llegó a ser convocado con la selección vasca sub'18 para un torneo de rango estatal, escaparate que le permitió dar el salto al Mallorca. Estuvo en el filial isleño, de donde regresó a Rumanía. El Athletic ya le tenía controlado, como hace con todos los chavales bajo su órbita, pero no le veía con el nivel suficiente para captarle. Probó hasta en cuatro equipos y finalmente, en 2015 se instaló en Viitorul Constanza, un proyecto muy personal del gran Gica Hagi. Se asentó, paso de ser extremo a lateral, conquistó títulos, participó en torneos continentales e incluso defendió los colores de su país de origen en categoría absoluta.Una progresión llamativa, tanto que desde Lezama se desplazaron para seguirle de cerca. El informe elaborado no recomendaba su fichaje, al menos para actuar en la retaguardia, pues carecía de conceptos defensivos sólidos. La menor exigencia del campeonato rumano no le impedía ejercer de lateral, pero aquí la competición es otra historia. Se le catalogó como un interior con bonitos fundamentos técnicos y un buen disparo.

Pese a ello, se decidió su contratación. El movimiento se anunció en enero de 2018, Ganea fue presentado en mayo y en julio aterrizó en Lezama para la pretemporada. Influyeron varios factores, empezando por las sabidas limitaciones del mercado, siguiendo por la condición de internacional del protagonista y acabando por el precio, ínfimo en comparación con los precios que se estilaban. Sin embargo, la operación no cuajó. Sencillamente se demostró que el análisis técnico estaba en lo cierto.

Ganea debutó con Berizzo en Copa frente al Huesca en noviembre de 2018 y días después fue titular en liga en el campo del Levante, de donde salió lesionado. Son sus dos únicas apariciones, en total apenas 70 minutos. No volvió a intervenir, tampoco el entrenador que le brindó las oportunidades, pues Berizzo fue destituido la semana siguiente. Ganea marchó cedido al Numancia, volvió en verano y otra vez se le buscó destino, esta vez en su equipo de procedencia, el Viitorul. Tras este recorrido, ambas partes, la institución y el futbolista, han asumido que lo idóneo es separar sus caminos.

Y Ganea se ha marchado siendo el mismo desconocido que llegó. Hubo diversas ocasiones en que desde la afición salían voces reclamando que se le otorgasen minutos para que pudiese mostrar su valía, si es que la atesoraba, puesto que lógicamente no había modo de saberlo. El ostracismo suele generar esta clase de reivindicaciones, especialmente si el funcionamiento del conjunto no engancha. Es evidente que la opinión de Garitano, que le ha visto en los entrenamientos, no difiere de la que figuraba en el famoso informe.

La competencia de Yuri y Balenziaga, dos tipos muy curtidos, ha supuesto un obstáculo insalvable para un Ganea que nunca ha dado señales de rendición y hasta el final de su etapa rojiblanca ha querido dejar testimonio de su ambición. Pero, aunque algunos piensen lo contrario, no es tan fácil entrar, jugar y consolidarse en el Athletic. Ejemplos los hay a cientos. Ganea es uno más en esa lista de leones frustrados. Para el recuerdo, al margen de su discreción, quedan aquellos vídeos promocionales que circularon al saltar la noticia de su fichaje, donde hacía gala de su violento zurdazo a balón parado.