L director deportivo puso ayer el colofón a la temporada repasando ante la prensa hasta una veintena de temas. El repertorio de Rafa Alkorta fue de lo más variado: aportó valoraciones, explicaciones y matizaciones, expresó deseos personales y opiniones, aportó algo de información y dejó espacio para alguna anécdota. En fin, que no faltó de nada, al menos en apariencia. Todo fue como la seda en gran medida gracias al talante que gasta el protagonista delante de las cámaras. Sonriente, locuaz, tejiendo complicidades con sus interlocutores, haciendo gala de una buena disposición para colmar su curiosidad, por momentos socarrón y mutando el semblante en los asuntos más espinosos, se diría que Alkorta despachó el trámite con suficiencia. La prueba de que se retiró satisfecho fue que no tuvo empacho en admitir que la media hora que duró el encuentro se le hizo corta. Así que, antes de despedirse, lanzó una broma al patio de butacas: "Os he visto suaves".

Podía permitirse la licencia porque el asunto discurrió con la misma tensión que una reunión de amigos con cervezas encima de la mesa a la salida del currelo. Ayer era el día en que el responsable profesional del área deportiva del Athletic rendía cuentas, el día para conocer sus proyectos e intenciones, de meterle las gomas si existiesen motivos para ello, que existen, pero no hubo manera. Dio igual el enunciado de las preguntas formuladas porque Alkorta habló como acostumbra, empleando ese tono tan suyo que rezuma absoluto convencimiento en lo que está saliendo de su boca y que, por consiguiente, ni por asomo contempla la autocrítica como opción o siquiera como recurso dialéctico para empatizar con el destinatario del mensaje.

El único detalle que no encajaría con la imagen de seguridad que cultiva fueron las cinco ocasiones en que dudó al ofrecer un dato concreto de su incumbencia y tuvo que consultar a la persona que le acompañaba, el responsable del área de comunicación. Como no es una situación novedosa, resulta significativa. Nadie está a salvo de sufrir un lapsus, pero cuando se repiten como un tic, la percepción de la persona que se somete a juicio público se degrada. Denota ligereza, ausencia de rigor, como si no dominase la materia o no la hubiese preparado.

Ahora bien, más preocupante que olvidar un nombre, una fecha o un detalle es negarse a admitir errores que lo son a ciencia cierta. Por ejemplo: los dos únicos fichajes que Alkorta ha realizado para la primera plantilla. Afirmar que "es imposible decir que han fracasado, todo lo contrario", para referirse a Ibai y Kodro, sonaría a chiste si no fuese porque maldita la gracia que tiene la observación. Apelar a estas alturas de la película a la profesionalidad "fuera de lo normal" de ambos como rasgo distintivo, no es de recibo. El problema de no dar nunca el brazo a torcer es que con argumentaciones de este nivel se logra que el resto del discurso pierda credibilidad y sentido. Da igual de qué más hable si en algo tan evidente quiere vendernos una moto de este calibre. Y en el colmo del patinazo, ahí queda la frase que se le escapó en cuanto vio venir la pregunta: "Mis fichajes estrella", soltó, y la verdad es que sonó a tremenda falta de respeto, aunque uno firmaría que no era eso lo que pretendía. Quizás le traicionó el subconsciente.

Es lógico que Alkorta defienda a capa y espada al entrenador, a quien han perseguido, él y Aitor Elizegi desde que están en el club, para asegurar su continuidad. Estiman que es el idóneo para llevar el equipo y son consecuentes. Dispone de un año más y en el horizonte vuelve a asomar Europa, objetivo frustrado en los dos primeros cursos. En principio, la final de Copa compensa lo anterior, pero no alcanza para otorgar con legitimidad el calificativo de "impecable" a la labor desarrollada por Gaizka Garitano. Y es que por encima de impecable no hay nada y sin embargo habrá que convenir, lo hizo el propio Alkorta ayer, en que hay un margen de mejora en el equipo.

Lo de "impecable" sirvió asimismo para adjetivar el acuerdo con el Antiguoko, que se vincula al Athletic para una década. Pues habrá que creerle a Alkorta porque los términos de dicho acuerdo son un secreto, salvo su duración y la circunstancia de que los chavales del club donostiarra pueden fichar por cualquier equipo, no necesariamente han de recalar en el Athletic. Esto último es normal porque mandan las familias, pero entonces el pacto deja de ser perfecto, o impecable. Y a falta de saber los datos económicos, señalar que el Antiguoko lleva años llamando a la puerta de Ibaigane, lo cual a uno le da qué pensar y le sugiere que se han juntado el hambre con las ganas de comer. Comer durante diez años, nada menos.