La mayoría de las startup que conozco o que he ayudado a crear llevan en su modelo de negocio la palabra innovación en letras mayúsculas. En muchas situaciones el que una idea o un proyecto se pueda materializar va a depender del ecosistema que rodea a estas compañías. Desde hace tiempo en Bizkaia estamos facilitando la creación de empresas emergentes y vamos creando un ecosistema emprendedor que facilita las relaciones entre estas compañías que hablan el mismo lenguaje, se han educado en la misma cultura del emprendimiento y buscan esos clientes con mentalidad abierta, dispuestos a arriesgar con las ideas novedosas y en ocasiones totalmente rompedoras. Pero el terreno sobre el que trabajan, sobre el que van abriendo ese camino, sigue estando ocupado por compañías y fábricas de la que podemos llamar vieja escuela. No se trata de ver un final entre vencedores y vencidos, creo que se trata de orientar a esas grandes empresas a integrarse dentro del territorio emprendedor y volver a reinventarse en los ámbitos de la tecnología, el capital humano, el marco regulatorio, el acceso al capital, las condiciones del mercado y la cultura. Quizás a estas corporaciones lo que les falta es volver a soñar como cuando fueron startups y no ver a la nueva competencia como el enemigo a batir, fusionar o comprar. Y a las startups les pido que no incluyan en sus sueños ser comprados por una gran compañía y que no pierdan nunca la ilusión por la innovación.