cuento cuarenta segundos y otra persona se habrá suicidado en el mundo, con el reloj siempre en marcha hasta 800.000 muertes al año. Plaguicidas, ahorcamiento y armas de fuego son los métodos más utilizados, pero la inventiva para matarse es muy larga. No extraña que en el reciente encuentro de siquiatras en Bilbao el suicidio haya sido tema estrella y que la OMS presentara el pasado 10 de septiembre la campaña 40 segundos para actuar, que durará hasta el 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental que tendrá como lema la prevención del suicidio.

Luis y Pedro, excompañeros de trabajo y ahora jubilados, conservaban una buena relación; sin ser íntimos, sí sostenían suficiente confianza para contarse interioridades tomando un café. A Luis le habían realizado un par de intervenciones de las que le había quedado como secuelas una manifiesta bipolaridad, impotencia sexual y 19 pastillas diarias. Este mes de septiembre Luis le contó prácticamente toda su vida a Pedro, que ya no era necesario y que ya había intentado suicidarse tres veces, para de corolario pedirle que como bioquímico le ayudara con algún producto. Pedro trató de animarlo y no le dio producto alguno, pero sí le comentó jocosamente que como buen hombre de letras ya recordaría la muerte de Séneca; craso error de Pedro por el que ahora se inculpa con pesar, porque 24 horas después Luis se suicidó como el patricio. Excepto los nombres, la historia es real, recientísima y muy cercana. Por esto la cuento, porque solemos leer cifras y estadísticas, pero difícilmente solemos poner cara y ojos a las víctimas como yo los estoy poniendo ahora mismo. Luis es una de las 3.600 personas que se suicidan en España al año, ¡diez cada día!, el doble de muertes que en accidente de tráfico, 80 veces más que por violencia de género y primera causa de muerte externa no natural; y eso que no era policía ni militar, que se suicidan 2,5 veces más que la población en general, ni vivía en Guyana, donde el índice de suicidios es el más alto del mundo.

Su realidad es compleja, delicada y con causas múltiples, por lo que la solución no es nada simple, pues siendo un hecho frecuente se mantiene como tema tabú, se estigmatiza, se calla y trata de ocultar. Aunque sea una tragedia familiar, para la comunidad y para el país. De hecho, solo 80 países tienen datos fiables de suicidios y tan solo para 38 es asunto prioritario de salud.

Depresión, alcohol y crisis varias (financiera, relaciones rotas, dolor, enfermedad crónica?) son causas habituales, pero Pedro no sabía que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres y que el haberlo tratado de hacer antes es el factor más importante en un suicidio consumado, que son un tercio de los intentados.

Refugiados, personas LGTB, jóvenes de 15 a 29 años, países de ingresos altos pero también de medios y bajos?, nadie se libra. Comunicación, admitir públicamente el problema, trabajar “hombro con hombro”, combatir la soledad ante una expectativa de vida centenaria, regular la eutanasia?, son estrategias globales de la OMS con el objetivo de reducir los suicidios al menos un 10% para 2020.

Con la cara de Luis en el retrovisor del recuerdo, cuento con angustia los 40 segundos que faltan para el siguiente suicidio.