lo confirman cincuenta mil muertos en España al año por fumar. Cánceres, enfermedades cardiovasculares y pulmonares?, tras dejar el tabaco son necesarios 13 años para la deshabituación completa y que el cuerpo responda como si por sus pulmones nunca se hubieran trasegado los humos cargados de alquitranes y otros concomitantes cancerígenos. Al igual que quien fue alcohólico nunca será del todo un ex, el fumador tampoco estará libre de volver a tropezar, pasando a ser fumador en excedencia, de por vida. Es triste, pero entre los 14-18 años la droga más extendida es el alcohol y la segunda?, sí, acertaron, el tabaco.

Como adolescente que fui y fumadora en excedencia que soy, les aseguro que las infografías que decoran las cajetillas no me conmovieron en absoluto; eran mera decoración del pasaje hacia el humo, no las veía porque no las miraba, tal vez porque el humo alquitranado me lo impidiera. No crean que las campañas asociadas al 31 de mayo Día Contra el Tabaco tienen impacto real en el consumo, compruébenlo en cualquier estanco. Tampoco compunge demasiado, ni llega al alma y menos a los pulmones del fumata, escuchar que el tabaco en el mundo mata a 8 millones (sí, ocho millones) al año, ni que 900.000 de ellos sean fumadores pasivos. No parece que publicitar el fumar como amenaza para la salud pública, que deja viudos y huérfanos, que incrementa el gasto sanitario y que retrasa el progreso social, sean argumentos que cosquilleen a fumadores viejos ni a debutantes, ¡a mí plim, mientras no me afecte!

Vía impuestos y subida del precio se consigue algo más, pero los cambios de consumo (liado, calentado, cigarro electrónico?) hacen que los jóvenes y las mujeres estén aumentando entre los productores de humo; con el añadido cultural y socioeconómico, porque el consumo se reduce en las clases más altas mientras crece entre los menos pudientes. Similar a lo que ocurre por países, la legislación más restrictiva en los desarrollados hace que la potentísima industria tabaquera agudice el ingenio para enfrentar estas normativas y sobre todo para buscar nuevos caladeros de potenciales fumadores en países más pobres; el crecimiento de fumadores en África, por ejemplo, es espectacular.

Aunque un 25% de españoles fumadores habituales no parezcan muchos, la ley de 2010 da síntomas de agotamiento, probablemente porque su cumplimiento estricto iría contra los propios intereses económico-fiscales del Estado. Así que el negocio sigue fomentándose, aunque sea subrepticiamente (en los deportes del motor, por ejemplo); y resulta fructífero, porque en caso contrario no tendríamos al expresidente Aznar en el lobby de la industria del tabaco.

Bien por las campañas de deshabituación, pero sería más barato y efectivo utilizar el dinero de desenganchar a cuarentones en frenar el tabaquismo a los 14 años. Pero me temo que mientras a esta edad vean que en su entorno no está mal visto y que además reporta cierto status, poco se podrá hacer, aunque jamás hayan escuchado el fumando espero? Sabrán que fumar perjudica seriamente su salud, pero seguirán liándose con el pitillo sin importarles el futuro, porque “los no fumadores/as también van a morir, aunque sanos” apostillan.