Y es que por culpa de las reformas electorales impuestas por un Parlamento en el que manda y ordena a su antojo Victor Orbán -el jefe del Gobierno y del partido conservador FIDESZ- la oposición tiene que acudir a las urnas con una lista única y elegir a su candidato, un solo candidato que ha de representar a seis partidos que van desde la extrema derecha hasta el polo opuesto. Y la primera vuelta para la candidatura de la oposición se celebró el pasado jueves, 30 de septiembre.

Contra todo pronóstico, la mayoría de los votos no fueron para el candidato del mayor partido de la oposición -Jobbik, de extrema derecha-, sino para la jefa del Partido Demócrata (PD), Klára Dobrev con el 35%, seguida del alcalde de Budapest, Gergely Karácsonyi (partido Parbèszed, social-ecologista), con el 27%; y el alcalde de Hodmezovásárhely, Péter Márki-Zay, independiente, con el 20%.

Cifras en mano, estas primarias son todo un ramillete de sorpresas. El estrepitoso fracaso de Jobbik, que apenas alcanzó el 14% de los votos, es tan inesperado como el hecho de que el PD dominara el voto rural. Pero un análisis más profundo le quita dramatismo. En primer lugar, porque las urnas no son decisivas en estas primarias. La oposición ha de decidir cuál de los 3 primeros clasificados será el candidato de la oposición en las parlamentarias. Y el éxito de Dobrev podría no repetirse entonces si se confirma que ahora el voto rural fue para ella más por desencanto con Jobbik que por fe en Dobrev.

La duda es de tanto o más peso si se tiene en cuenta que 99 escaños se adjudican por lista de partido en tanto que 106 corresponden al voto directo. Y no es nada claro que el voto rural directo vaya a ira al Partido Demócrata.

Además, las opciones de Dobrev caerán en picado si se confirman los rumores de que Márki-Zay está negociando con su colega de la capital para retirar la candidatura y darle sus votos a Karácsonyi.

Y aún hay un elemento ético en contra de la jefa del Partido Demócrata: Klára Dobrev es la esposa de Ferenc Gyurcsány, el presidente del partido MSZP...¡ y el PD es una rama escindida del MSZP !

Esto significa que, en el fondo, todo el devenir político de Hungría desde el colapso del comunismo a finales del siglo pasado ha sido una lucha ininterrumpida entre dos antiguos dirigentes del PC magyar: Orbán y Gyurcsány.