OS tres grandes sonidos elementales en la naturaleza son el traqueteo de la lluvia sobre cualquier superficie, el ulular del viento entremezclándose en un bosque y el rugido del océano en una playa. El primer sonido, el de la lluvia que nos rodea, ha sido la banda sonora de los últimos días, un ataque de las aguas que nos invadió con toda su fuerza sin llegar a tumbarnos del todo pese a los corrimientos de tierra que estuvieron a un paso de dejarnos KO.

A menudo caemos en ese tropiezo. Creo recordar que fue Jacques Y. Cousteau, oficial naval, explorador e investigador francés, quien nos dijo que olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo. No pensamos que de vez en cuando la vida se desata y nos anega con sus aguas y sus torrenteras nos amenazan con un desembarco que trae consigo los derrumbes, las inundaciones o las angustias de los habitantes de las tierra ribereñas. Es entonces como no vemos el agua como sinónimo de vida sino como un par de tibias y una calavera que nos alertan de un peligro crucial, de una catástrofe a la vuelta de la esquina.

Catástrofe es una palabra dura como el pedernal, un término que viene de una palabra griega que significa vuelco. Originalmente hacía referencia al final desastroso de un drama, por lo general una tragedia. La definición se amplió para significar "cualquier desastre repentino" en 1700. Hoy en día, la palabra catástrofe puede ser usada para referirse a los acontecimientos muy trágicos, así como a los menores. Sea cuales sean sus consecuencias, las lluvias desatadas han provocado, como ven, acontecimientos de muy variadas magnitudes, ninguno de ellos cómodos.

Bizkaia acaba de vivir las sensaciones de una Venecia desatada, rodeada por las aguas y con la necesidad de sacarle lo que se pueda de vida a esas inundaciones que han traído consigo tanto dolor y desgracia. Más allá de las lamentaciones, inevitables cuando los ríos se expanden más allá de sus fronteras naturales, lo importante es dar con la manera para salir de estos estragos. Bizkaia parece preparada y capacitada para hacer frente a estos aguadutxus, a estos desplomes de la tierra que se reblandeció. Al menos hay que creer que así es.