SI alguna dictadura está llamada a imponerse en tiempos venideros es la ambiental, considerada como una dimensión que trasciende su contexto ecológico e integra ámbitos que tradicionalmente se han fragmentado, como lo político, lo social y lo económico. Emerge como una oportunidad para transitar hacia otro modelo de relación entre el ser humano y su ambiente. Tantas veces y durante tantos años hemos dado la espalda a un estilo de vida acorde a las condiciones naturales y humanas que ahora toca nadar contracorriente, esforzarse por volver donde se debía.

El Informe Brundtland es un texto que enfrenta y contrasta la postura de desarrollo económico actual junto con el de sostenibilidad ambiental, realizado por la ex primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, con el propósito de analizar, criticar y replantear las políticas de desarrollo económico globalizador, reconociendo que el avance social se lleva a cabo a un costo medioambiental alto. El informe fue elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU, por una comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland, entonces primera ministra de Noruega. Originalmente, se llamó Nuestro futuro común (Our common future, en inglés). En este informe se utilizó por primera vez el término desarrollo sostenible (desarrollo sustentable), definido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. Está llamada a ser la ley única de la mencionada dictadura.

Hoy, cuando los informes hablan de las buenas notas obtenidas en junio por Hegoalde en este campo del desarrollo sostenible debiéramos sacar menos pecho del que se saca. Enhorabuena por el curso sacado adelante, sí. Pero sin olvidar que durante décadas y décadas fuimos nosotros y nosotras mismas (y nuestros antecesores y antecesoras...) los que jodimos el Perú.