EL colegiado murciano, uno de los que más rápido ha ascendido en el escalafón internacional, estuvo por encima del partido en todo momento. José María Sánchez Martínez fue neutral en sus decisiones, autoritario y demostró, sobre todo, una buena colocación en el terreno de juego. La única pega que se le puede sacar es que en el segundo tiempo podría haber mostrado alguna tarjeta amarilla más a los jugadores del Espanyol, que así lo merecieron. El partido no tuvo jugadas discutibles, salvo un par de ellas sin consecuencias. En el minuto 28, la afición periquita le reclamó un penalti de Iñigo Martínez a Raúl de Tomás. Es verdad que el central de Ondarroa le pone el brazo al delantero blanquiazul en la disputa del balón, pero este se deja caer. En el minuto 44, en otra jugada que no da pie a la polémica, Unai Núñez agarra a su marca, pero la acción se produce fuera del área del Athletic. Decir que el Espanyol reclamó antes del descanso que el colegiado pitó el final de la primera parte antes de que se cumpliera el tiempo reglamentario, pero no fue así. Y es que algún iluminado paró el cronómetro cuando no debía. Y tengo que hacer una mención especial para Asier Villalibre, que crece como el nueve del equipo. Si se sabe darle minutos y tener paciencia, en poco tiempo nos dará la razón a los que creemos en él ciegamente.