HAY una cosa con el cinematográfico -y terrorífico- nombre de Reloj del Apocalipsis que dice que estamos a 100 segundos de la hecatombre. Convertida en trama habitual de serie B, la extinción de la especie humana se ha frivolizado hasta el punto de que cada vez que nos hablan de ello cambiamos de canal. A lo mejor explicando lo del reloj nos da por tomarlo en serio. El mensaje es simbólico y lo elaboran los miembros del Boletín de Científicos Atómicos, que reúne a expertos de todo el mundo, entre los que se encuentran más de una docena de premios Nobel. En su día, comenzó haciendo un análisis de riesgos muy vinculados a la geopolítica nuclear durante la guerra fría. Hoy no da abasto de incorporar factores de riesgo. La olvidada amenaza nuclear reverdece laureles en las tensiones de Extremo Oriente -Corea del Norte, pero también India y Pakistán- y del Próximo Oriente -Irán, Arabia Saudí e Israel-. A esto, los científicos añaden el riesgo tangible del cambio climático como factor que acelera el segundero. Y, para colmo, hay un tercer factor en los líderes mundiales que manipulan y desactivan los mecanismos que se habían creado para contener el riesgo -ahí está el deterioro de los pactos internacionales ambientales, nucleares y comerciales- y un mecanismo de control de la opinión pública mediante la información no veraz e interesada. El negacionismo del riesgo es el mejor modo de incrementarlo. El interés de corto plazo, económico y de poder, -que siempre es ajeno- nos tiene viviendo en el alambre y lo aceptamos porque el esfuerzo de cambiar la inercia produce mucha pereza.