precariedad laboral, paro, pensiones y pobreza constituyen los conceptos más problemáticos y preocupantes ante la nueva legislatura que se abre tras el 28-A. Un momento muy proclive a interpretar que estamos ante un nuevo ciclo y que éste es una excelente oportunidad para cambiar las cosas o, como dirían los ingleses, para el turning point, ese punto de inflexión que, como juez inapelable, valore, estime y defina como clave aquello que se hace o se promete hacer de hoy en adelante porque puede cambiar tu vida.

Sin embargo, con los resultados electorales encima de la mesa, se proyecta un escenario en el que la fragmentación parlamentaria y la actitud de los políticos resultan poco esperanzadoras ante el temor de que persistan esas disputas políticas tan estériles como cortoplacistas. Bien es cierto que cualquier momento es bueno para tomar medidas que intenten solucionar esos problemas, siempre y cuando haya voluntad y aptitud para ello. Pero mucho me temo que seguiremos sumidos en la incertidumbre alimentada por la ausencia de ideología y compromiso de compartir un diagnóstico y consensuar unas medidas eficaces.

Los conceptos problemáticos propios, antes citados siguen estando ahí, junto a otros ajenos, como la desaceleración en Alemania y Francia, el final de los ‘vientos de cola’ o estímulos europeos (tipos de interés o compra de deuda) o unas previsiones que, según el Foro Económico Mundial en su última reunión en Davos, señala que en 2017 los humanos fueron o fuimos responsables del 71% de las horas trabajadas y las máquinas del 29% restante.

PRECARIEDAD LABORAL Estos porcentajes registrarán una fuerte tendencia al equilibrio en el 2022 (humanos, 58%; máquinas, 42%) y se invertirán en el 2025: humanos, 48%; máquinas, 52%). Es decir, menos mano de obra.

Pero dejemos a un lado estas disquisiciones para entrar en los problemas antes señalados.

No se puede hablar de recuperación económica en tanto no se recuperen los índices de empleo que se registraban antes de la crisis. A día de hoy, la tasa de paro española está cercana al 15%, un porcentaje inaceptable, máxime cuando la pobreza afecta a la mitad de las personas desempleadas y se ha disparado más de 10 puntos en la última década. Todo un drama.

PENSIONES El envejecimiento de la población y la precariedad laboral están minando el sistema público de pensiones al aumentar los pensionistas y las pensiones más rápidamente que los nuevos cotizantes y sus salarios. La clase política, a través del Pacto de Toledo, necesita recuperar y consensuar acuerdos para su sostenibilidad. Pero la fragmentación parlamentaria es un obstáculo difícilmente superable en el momento actual.

DÉFICIT Y DEUDA Junto a esta realidad social, grave en sí misma, hemos de consignar los datos referidos al déficit y deuda públicos que siguen siendo muy altos. La solución pasa por una política fiscal adecuada, pero las diferencias existentes entre los grandes bloques parlamentarios agrupados (no se sabe si adecuadamente) entre izquierdas y derechas, proyectan un laberinto de ideas, propuestas y presiones tan opuestas como irreconciliables.

Claro que, bien mirado, este conjunto de obstáculos es consecuencia de un problema estructural más grave y profundo, como es el modelo productivo que, para la economía española, está basado en la construcción (altamente especulativa) y el turismo. Este es el auténtico reto que tiene por delante el nuevo Gobierno que salga dentro de unas semanas. En principio, los sectores productivos (fundamentalmente industriales) han ido perdiendo fuerza en su aportación al PIB, al igual que ocurre en I+D+i que ha ido perdiendo posiciones en relación a lo que acontece en Europa.

En este último punto, es obligado señalar la salvedad de la economía vasca que mantiene un alto porcentaje de los sectores industriales, al igual que acontece en las inversiones destinadas a la investigación, el desarrollo y la innovación, que se mantienen ligeramente por encima de la media europea, aunque lejos de países como Alemania, Bélgica y Austria que ocupan las primeras posiciones.

Por tanto, hay que seguir insistiendo en estos objetivos: industrialización e I+D+i, que constituyen la clave del futuro más inmediato y más lejano. En realidad, se trata de gestionar el talento con sensatez y altura de miras para no caer en ese populismo que aprovecha todo vestigio de incertidumbre para sembrar en la sociedad el germen de lo indeseable. Como decía Victor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.