Esta semana se han cumplido 50 años de la publicación de un disco que considero central en la música popular: Born to run, de Bruce Springsteen. Personalmente encuentro al mismo nivel otro posterior –Darkness on the edge of town–, pero no suelo hacer de los objetos de mis filias motivo de loa urbi et orbi, como no hago de los de mis fobias causa de escarnio. El aniversario me da la excusa para expresar mi curiosidad sobre el modo en que se convierte uno en fan o hater de todo y lo publicita en el inflador de egos que son las redes sociales. Escribir siempre es un ejercicio de onanismo –me incluyo–, pero se ve mucho vicio.
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