Tras los graves sucesos que se están viviendo en las Comunidades del País Valenciano, Castilla-La Mancha y Andalucía, quiero expresar mi máxima solidaridad con todas las víctimas y con los miles y miles de afectados que está habiendo y que va a haber conforme pasen los días. 

Conviene, también, aunque habrá que hacerlo con más profundidad, reflexionar sobre algunas cuestiones, como los sistemas de la alerta temprana y su efectividad en los tiempos actuales, sobre el calentamiento global y su relación con la dana que está azotando a varias comunidades autónomas, así como otros fenómenos meteorológicos extremos que con cada vez más frecuencia se están dando y se van a dar en el conjunto del planeta Tierra, sobre la desastrosa planificación urbanística que se ha hecho en no pocos lugares…, y sobre la necesidad imperiosa de la adaptación a unas condiciones nuevas de emergencia climática en las que los mapas de riesgo de inundación deben ser la hoja de ruta, entre otras muchas cosas.

Habrá que esperar a los estudios de atribución, y en este sentido, conocer cuánto ha podido influir el cambio climático en la situación que se está viviendo, además de tener en cuenta según las declaraciones realizadas por distintos expertos meteorólogos, que se trata de uno de los peores temporales de la historia, con una zona de precipitación intensísima concentrada durante horas y horas en el mismo lugar. 

Sin embargo, tampoco se puede negar las evidencias, como que, por cada grado de calentamiento, el aire puede contener un 6-7% más de agua, que un mar cálido como es el Mediterráneo intensifica las danas, y que el cambio climático se traduce en extremos: cuando llueve, llueve, o cuando la sequía hace que se pierdan los cultivos y las cosechas. 

“Desastre natural”

Se suele hablar de desastres naturales, de inundaciones catastróficas e imprevisibles, cuando de lo que hay que hablar es de construcciones catastróficas. Si se ocupan los dominios de los ríos o del mar, tarde o temprano, serán ocupadas por las aguas. Las crecidas son fenómenos naturales previsibles. 

Es fundamental intensificar la prevención y mitigación de sus impactos con la ordenación del territorio, asignación de los usos del suelo compatibles con la inundación, con dar más espacio al cauce del río a través de las llamadas llanuras de inundación, protegiendo en primer lugar a las personas y al medio ambiente, además de reducir considerablemente los daños materiales

Una primera cuestión fundamental y básica es que no se produzcan víctimas. Ese debe ser el objetivo más importante. Cualquier víctima deberíamos considerarla como un fracaso colectivo.

Cada vez más, distintos expertos plantean la “retirada estratégica” en determinados lugares. Esta postura, recogida en el estudio El caso del retiro climático estratégico y gestionado, elaborado por un grupo de investigadores encabezados por la profesora de la Universidad de Harvard A. R. Siders y publicado en la revista Science, aboga por que las poblaciones se retiren de las áreas cercanas al río que fueron ocupadas de manera irreflexiva con el boom inmobiliario.

Para esta solución, que requiere de un proceso largo, habría que conseguir la máxima implicación de los políticos para cambiar la planificación urbanística y hacerla lo más armónica con la naturaleza, y también de la propia sociedad, siendo conscientes de la situación en que vivimos.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente