Ser vasco se está convirtiendo en una identidad -con perdón- de riesgo: a uno le pueden acusar enseguida de espía. En estos momentos, hay tres ciudadanos vascos acusados de espionaje y cosas muy graves por parte de Polonia y Venezuela. El viernes entré por motivos profesionales en la web oficial del Gobierno Bolivariano de Venezuela y enseguida me apareció una pantalla azul con una impositiva palma de la mano tipo ‘no pasar’ dentro de la señal octogonal roja de Stop y la leyenda: “No está autorizado para acceder a esta página”. Una simple web informativa. De ahí a ser un espía solo hay un clic.
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