Hay muchas formas de hacer el canelo. Una de ellas es afirmar con vehemencia que no se va a hacer determinada cosa para al final hacerlo. El ‘popular’ Borja Semper ha dado esta semana una lección magistral, precisamente de cómo hacer el canelo y parecerlo con todos mis respetos. El Partido Popular no quería, y no quiere, que el euskera, el catalán y el gallego se escuchen en el Congreso de los Diputados (y las Diputadas). Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Para reforzar la idea de que el plurilingüísmo del Estado es rupturista y una amenaza para la lengua castellana, afirma el lunes Semper que su partido, en el debate del martes a lo suyo, a hablar el español castizo porque lo otro es “hacer el canelo”. La performance del día de la modificación del reglamento de la Cámara baja para normalizar lo que hasta ahora era una anormalidad, ninguno de los y las diputadas del PP se pone el pinganillo para escuchar la traducción. Y piden que se impida, valga la redundancia, que nadie se exprese en otro idioma que no sea la lengua de Cervantes. Qué rebeldía señorías. Y en esta que Semper toma la palabra y, en una suerte de inspiración del fuero vasco, hace lo que dijo que no iba a hacer, el canelo. Habla en euskera: “Zorte handia dugu, hau da egia. España hizkuntza komun bat partekatzen dugun komunitate politiko bat delako. Nazio bat, gaztelania hain zuzen ere. Eta era berean, beste ama hizkuntza batzuk bizirik mantentzen dituelako”. 16 segundos para, en uno de los dos idiomas cooficiales de nuestro país, defender la suerte de tener un castellano que cose a las sensibilidades de un Estado que “mantiene vivas otras lenguas maternas”. Que lamentable todo. Todavía nadie ha sido capaz de contestar la duda que expresé hace ya algunos meses de qué habrá hecho el euskera para merecer tanto desprecio. Seguiré esperando, pero visto el camino, creo que no obtendré respuesta.