Hace dos semanas en este mismo espacio escribía sobre la responsabilidad que tenemos los medios de comunicación en ser veraces. Sobre el daño que nos hacemos cuando franqueamos líneas que promulgan noticias sencillamente falsas para el beneficio del partido de turno u otra causa perdida. Hoy vengo a reivindicar el trabajo que hace doce años se hizo desde DEIA y el Grupo Noticias al destapar la corrupción que ha reconocido hace unos días la exalcaldesa de Lasarte-Oria, Ana Urchueguía. La que ya parece dada de baja del PSE malversó la friolera cantidad de 2,1 millones de euros de las arcas municipales. Se va de rositas gracias a la reciente modificación del código penal pactado entre PSOE y ERC que reconoce que se puede malversar sin ánimo de lucro. Un chiste. El trabajo liderado en su día por la compañera Ana Úrsula Soto y los compañeros Guillermo Nagore, Xabier Lapitz y Joserra Plaza fue puesto en tela de juicio con una dureza inusitada desde las filas del PSE, con el entonces lehendakari Patxi López a la cabeza. En una de las intervenciones más vergonzantes desde la tribuna del Parlamento Vasco, López acusó a nuestros periodistas de mentir y fabricar noticias falsas. Por contra, tuvo la bochornosa decisión de nombrar a Ana Urchueguía delegada del Gobierno vasco en Chile y Perú tras el escándalo. Doce años después, solo se ha escuchado el eco del actual secretario general del PSE, Eneko Andueza, para decir, ahora, que esas prácticas no son admisibles en las filas socialistas. Claro, faltaba más. Pero las evidencias eran ya palmarias en el excelente trabajo periodístico realizado en 2011 y ante el que hoy callan quienes entonces acusaron al Grupo Noticias de mentir. La veracidad de los medios de comunicación es una autoexigencia ante la que no podemos flaquear. Pero igual de vital es el respeto al trabajo de investigación que se realiza con profesionalidad y rigor. Porque el mensajero casi nunca tiene la culpa. Se nos debe una disculpa porque teníamos razón: Ana Urchueguía prevaricó.