CATALOGAR de bautismo asambleario la cita dominical del Euskalduna es un modo ajustado de describir la experiencia que vivirán Aitor Elizegi y su directiva, en general significativamente ajenos hasta ahora a la reunión anual donde se cuecen las habas del club. La previsión apunta a un evento sin sobresaltos gracias al esfuerzo invertido por los convocantes para desactivar todo atisbo de conflictividad y a que ni se tocan las cuotas, ni hay lugar para los números rojos.

La herencia de la anterior junta facilita que todo cuadre a los ojos del compromisario, pero por si acaso Elizegi ha querido asegurarse una jornada tranquila. ¿Cómo? Absorbiendo y presentando como compartidas por la directiva las opiniones o posturas que le podían apretar. Ha alcanzado un acuerdo con quienes exigían transparencia en el gasto, que rebajaron sustancialmente su demanda a cambio de migajas. También parece que se da por satisfecha la plataforma de los afectados por la llamada Grada de Animación, que arrancó con una captación de firmas y enormes reticencias al método de cariz coercitivo aplicado para despejar la zona y permitir que sean abonados quienes suplan a socios en el espacio que en teoría liderará la ambientación de San Mamés.

Pero el consenso nuclear para que la asamblea fluya se gestó lejos de Bilbao. Elizegi logró que Javier Tebas le concediese lo que en su día les negó a otros aspirantes a la presidencia del Athletic: la adjudicación de los 80 millones ingresados por la marcha de Arrizabalaga. La contrapartida de la maniobra clave para retirar el aval se irá conociendo con el tiempo.