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La ley del más fuerte

La ley del más fuerte

LA convivencia humana es una lucha permanente para controlar al más fuerte sin que imponga su ley andando sobre las aguas de la realidad, por encima del bien y del mal. De cuando en cuando nos agita la conciencia alguna noticia brutal, como si fuéramos una presa entre las fauces de una fiera salvaje y entrásemos en estado de shock. Llega ahora una de esas noticias que, con cierta asiduidad, sobresaltan. Del ejército de los poderosos surge un desertor que no huye por miedo sino que se aleja de su naturaleza, la humana en este caso, para aprovecharse, mediante el abuso, de sus otras naturalezas, la física o la jerárquica en el puesto de trabajo.

Que algunos animales, por fuerza o astucia, se coman a los más débiles e inocentes de su entorno, por muy cruel que nos parezca, forma parte de las leyes que rigen la selva y así ha de aceptarse. Pero que en la especie humana ocurra algo parecido, después de milenios de civilización, resulta triste y decepcionante. Es lo que acaba de salir a la luz, una vez más, al conocerse que el Hospital San Juan de Dios de Santur-tzi ha decidido no responder con la ley del silencio contra la ley del más fuerte. Más al contrario, tras escuchar el informe interno de la denuncia de una auxiliar sobre un médico, el centro decidió expulsar al facultativo hace un mes. No ha esperado al veredicto de una jueza. Le han sido suficientes el testimonio de una y la versión de los testigos, todo ello recogido en el citado informe. Dirán los más escrupulosos que la decisión suena a precipitada y el propio hospital se enfrenta a una posible querella por despido improcedente y a una queja sobre el retraso a la hora de tomar una decisión. No es fácil manejarse entre ambas aguas. El problema de la violencia de género o de cualquier otro tipo de abuso reside en la cosmética, cuenta con innumerables formas de maquillarse para parece otra cosa distinta de la que es. Habrá que esperar.