CADA vez que entra en escena un contrato resulta inevitable acordarse de aquel gag, probablemente, la parodia más famosa del lenguaje administrativo que jamás se haya escrito. Se la debemos a los hermanos Marx y a su diálogo surrealista en Una noche en la ópera. Groucho se dispone a fichar al tenor Ricardo Baroni (Zeppo). Para ello se entrevista con su representante (Harpo), a fin de discutir el contrato. Oigamos el comienzo:

-Haga el favor de poner atención en la primera cláusula porque es muy importante. Dice que? la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?

-No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo.

-Dice que? la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.

-Esta vez creo que suena mejor.

Viene al caso este recuerdo en blanco y negro porque hoy, en plena era digital, mantiene su vigencia. Bilbao se ha encontrado con la necesidad de actualizar la contrata para la empresa de concesionaria de Bilbobus, un ágil servicio de transporte público. La vis cómica del caso, si es que se puede decir así, es que tratándose de un contrato de suculentas carnes, no se ha presentado litigante alguno salvo los actuales gestores, la empresa Biobide que lleva las riendas (el volante, sería más actual decir...) desde 2012. Van a revisar su propuesta de cabo a rabo pese a la sensación unánime de que la experiencia atesorada en el buen hacer de los siete años de gestión y la inversión requerida en los tres primeros años no invitaban a la llegada de outsiders. Está bien que se sea escrupuloso con las cosas del comer municipal, pero bueno será ser puntuales en los plazos, no sean que se arrepientan.