no sorprende, pero sí indigna, el comportamiento de esos políticos que olvidan haber sido elegidos para solucionar, o intentarlo, los problemas de los ciudadanos y dedican su tiempo al mercadeo electoralista e inmisericorde con temas tan importantes como el sistema público de pensiones. Así lo acreditó la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo al romper en mil pedazos uno de los pocos destellos del consenso parlamentario que quedaban operativos. Lo verdaderamente vejatorio para los pensionistas, provocador para los trabajadores en activo e insoportable para el conjunto de la sociedad reside en que, culminado el espectáculo de los trileros, éstos se echan las culpas unos a otros. Ya se sabe, entre todos le mataron y?
El Pacto de Toledo se ha convertido en la gran mentira de la democracia española y agoniza entre absurdos cantos de cisne. Fue creado en 1995, entre otros, con un doble objetivo: Por un lado, aprobar las reformas y medidas que garanticen la sostenibilidad del sistema público de pensiones y, por otro, informar al ciudadano con transparencia y despolitizarlo del debate electoral. Finalidades que no se han visto realizadas. Para empezar, los políticos no han sido capaces de poner freno al creciente déficit público, el sistema está al borde del colapso, al tiempo que lo han puesto como el debate más politizado y, lo que es más grave, en la antesala de su defunción.
Como es bien sabido, el ayer es historia y el mañana un misterio. El ayer ya está escrito, para bien y para mal, pero la incertidumbre ante el futuro se ve enfangada en la demagogia de quienes transforman las expectativas deseables y alcanzables en exigencias utópicas. Y esto es lo que, al parecer, aconteció el pasado martes, cuando los representantes de Podemos decidieron que no era suficiente con las enmiendas a tres de las 21 medidas que se debatían y elevaron el listón enmendando la totalidad, incluyendo aquellas en las que había un consenso, como la revalorización de las pensiones según el IPC y la reforma del factor de sostenibilidad.
PROMESA VERSUS REALIDAD Enfrentar las exigencias utópicas a las expectativas deseables constituye una táctica muy perniciosa. La influencia del cálculo electoral ha sido el motor de una maniobra que solo se explica por la distancia que separa las promesas podemitas de las posibilidades reales para paliar en parte, aunque no toda, la dramática situación de muchos pensionistas. Pero, no nos engañemos, Podemos no es el germen de los conflictos políticos, aunque genere algunos. Es el síntoma que acredita el fracaso del consenso y el acuerdo como herramientas útiles para resolver los problemas que agobian a los ciudadanos.
Los representantes de Podemos justifican su decisión porque “no nos íbamos a hacer una foto con todos en el Pacto de Toledo”. Escaso e inútil argumento como señala el representante de Compromis, uno de sus socios: “Cuando un partido político que se dice del cambio viene y rompe el Pacto de Toledo, sin ningún tipo de argumentación, porque le da absolutamente la gana, no se entiende”. En efecto, hay actitudes incomprensibles, como dar motivos al PP para que no tenga que votar en contra de la reforma que impuso Mariano Rajoy en 2013 cuando tenía mayoría absoluta y redujo a un 0,25% la revalorización anual de las pensiones. Bastante tenía el PP con admitir la insostenibilidad de ese índice de revalorización y aceptar propuesta del PNV para aplicar el IPC real en 2018 y 2019.
Por si esto no fuera suficiente desprestigio para quienes decían hace unos años que querían alcanzar el cielo, resulta que tampoco evitarán la foto de Pedro Sánchez protagonizando esa vinculación de las pensiones al IPC si el Gobierno opta por la opción de aprobar la medida que garantiza esa revalorización. Y lo puede hace vía Decreto Ley, como se espera en esta última semana antes de disolver el Congreso. No deja de ser curiosa la estrategia podemita, apelan a la responsabilidad de los progresistas para frenar el avance de la derecha, pero niegan el pan y la sal a las propuestas de quienes pueden ser sus socios.
Y nos queda el misterio del futuro a corto plazo: ¿Cuánto subirán las pensiones en 2020? Ya lo decía en 1976 Carlo M. Cipolla, profesor de Historia Económica de la Universidad de California en Berkeley, “nuestra mayor amenaza existencial: la estupidez humana”.