en las próximas semanas, Zegona, fondo de inversión británico, puede controlar la mayor red de fibra óptica del País Vasco. Nada menos que 350.000 kilómetros que se emplean como autopistas de las telecomunicaciones. Si esto ocurre, también quedará bajo control británico buena parte de la red de base tecnológica de la Revolución Industrial 4.0 en el País Vasco considerada, según la declaración de intenciones del Gobierno vasco (Programa Basque Industry 4.0), como la apuesta de futuro para incorporar la inteligencia digital, las nuevas tecnologías, los materiales avanzados, los nuevos procesos tecnológicos, la eficiencia y la sostenibilidad a sectores tan estratégicos como la industria, I+D+i, educación o sanidad.
Una red de fibra óptica bien puede equipararse (salvando la distancia tecnológica), con las carreteras o el transporte eléctrico. Ambos son utilizados por las empresas privadas pero están bajo control público en el País Vasco. La primera en manos de las diputaciones forales y la segunda por medio de Red Eléctrica de España (REE) como transportista único y operador del sistema eléctrico español. Son equiparables porque la red de fibra óptica es la autopista de última generación tecnológica por la que circula toda la información que necesitan las empresas para lograr una “mayor optimización de los procesos” con un “menor coste”, una “mayor calidad” y mayores vías de comunicación entre el fabricante y el consumidor final a través de una “mayor personalización”.
Hablamos, por tanto, de todo un proyecto de país en el futuro.
COMPRA, REPARACIÓN Y VENTA Sin querer caer en el populismo del proteccionismo excluyente, tan de moda en los últimos meses, hay que señalar como los 350.000 kilómetros de fibra óptica que actualmente dispone Euskaltel pueden pasar a manos de un fondo de inversión, Zegona, que en su página oficial señala, como Misión y Visión, “ejecutar una estrategia de Compra, reparación y venta en el sector europeo de TMT, centrándose en las comunicaciones basadas en la red y las oportunidades de entretenimiento”. Pues bien, Zegona, actual socio de Euskaltel con un 15% quiere ampliar su participación hasta poco menos que el 30%, límite antes de presentar una OPA por la totalidad del capital social de la empresa vasca.
A nadie se le escapa que la compra, reparación y venta es una especulación financiera de libro. Y los británicos no lo ocultan. Han llegado al accionariado de Euskaltel tras adquirir la asturiana Telecable (julio de 2015, el mismo año en que se creó Zegona) por 640 millones de euros y venderla a la empresa vasca (mayo de 2017) por 701 millones abonados en efectivo a Zegona, 186 millones, más otros 15 millones en complementos; en acciones, 255 millones (14,9%); y en la deuda de Telecable, 245 millones.
Pasados 21 meses, Zegona acomete la primera fase de su Misión y Visión. Es decir, quiere hacerse con las riendas de Euskaltel (Compra), sin rebasar el límite del 30%, para poner en valor la segunda fase, Reparación. Se supone que reparar no es otra cosa que arreglar o subsanar una cosa que está estropeada, rota o en mal estado para que deje de estarlo. Sin embargo, en el caso que nos ocupa se trata de modificar o reformar la empresa vasca para que esté en óptimas condiciones para llevar a cabo la tercera fase: Vender.
Visto el panorama, Zegona me recuerda al virus troyano que, maquillado como amigo, contamina el ordenador del usuario, se hace con toda la información y termina por exigir el uso de un programa antivirus que sólo él tiene en exclusiva.
O, si lo prefieren, me recuerda el lobo con piel de cordero que penetra en la globalización de nuevos modelos de negocios y un ecosistema de especulación occidental para obtener beneficios económicos, al margen de las ventajas sociales y empresariales de la Revolución Industrial 4.0.
El mundo de las telecomunicaciones tiene, como la energía eléctrica, tres factores: Generación; Transporte y Distribución. El primero y el tercero pueden estar en manos privadas, pero el transporte es el punto de inflexión que garantiza el acceso a las telecomunicaciones en igualdad de condiciones. Por todo ello, sorprende el silencio de los principales protagonistas de Euskaltel, empresa privada creada en 1995 por iniciativa pública del Gobierno vasco que, previamente financió la red de fibra óptica. Es decir, el silencio de la propia empresa, así como de su principal accionista, Kutxabank (21,32%) y del Gobierno vasco, que tiene, en el frontispicio de su estrategia de futuro el programa Basque Industry 4.0.