HAY que ser claros desde el principio. Por desgracia, Herenegun es, desde su nacimiento y por voluntad de muchos de sus detractores, una parte más de la batalla del relato. Al menos, en eso han convertido esta unidad didáctica cuyo objetivo debe seguir siendo explicar a nuestros jóvenes en las aulas la historia reciente de la violencia política en Euskadi.

Es verdad que objetivo tan ambicioso como ese -aunque hay quienes lo ven sencillísimo: bastaría con que se reprodujera en los centros escolares su maniqueo discurso político- es complicado, arriesgado y muy trabajoso.

Tras la fase de alegaciones y aportaciones, el Gobierno vasco abre ahora un periodo de análisis y mejora del material con el fin de buscar el consenso. Hay que volver a ser claros: no lo encontrará. No por falta de vocación real o por imposibilidad fáctica sino por falta de interés de quienes solo buscan su retirada para apuntarse un supuesto triunfo político-electoral.

Es cierto que hay colectivos como los de víctimas de ETA que están, legítimamente, en contra de ma-nera radical. También hemos visto en estos meses apoyos que, objetivamente, deberían hacer reflexionar: desde víctimas de ETA y otras violencias (al menos una veintena, y muy significativas, lo hizo públicamente) hasta las tres universidades de la CAV (UPV/EHU, Deusto y Mondragon), pasando por el Consejo Escolar, partidos, sindicatos y organizaciones de defensa de los derechos humanos, avales de los que apenas se habla.

Sigamos siendo claros: Herenegun, algunos materiales, el tono de algún vídeo, un mayor protagonismo de las víctimas, una potenciación de la autocrítica de quienes ejercieron la violencia contra personas, es perfectible y es bueno y positivo que se mejore con aportaciones. El objetivo debe ser la deslegitimación absoluta de la violencia, que quede claro que el recurso al ataque, atentado, amenaza, secuestro o persecución por cualquier motivo o fin politico o ideológico es profundamente in-justo e incompatible con los derechos humanos y la convivencia.

Curiosamente, mientras en Euskadi se afina, se debate, se acuerda y se mejora, hay comunidades españolas que llevan ya un año impartiendo material en las aulas sobre la violencia de ETA con la práctica ignorancia sobre su contenido aunque se margina al GAL. Sin consensos. Sin polémicas.

Terminemos siendo claros: interesa cargarse Herenegun porque incomoda, porque la violencia y la injusticia -y los ojos con los que se miran- están muy repartidas, aunque no a partes iguales. Porque como dijo ayer Jonan Fernández, el pasado “duele”.