Cosidó compromete a Casado
Losdisgustos no quitan el apetito, al menos a la dirección del PP. Bajoel insoportable aguacero del sonoro puñetazo en la mesa del juezManuel Marchena, asaeteado Ignacio Cosidó, su portavoz en el Senado,por tan torpe y revelador guasap, Pablo Casado entraba apresurado, apocos metros de allí, en una cotizada marisquería para unirse a lamesa redonda de sus principales peones de máxima confianza. Lo hacíaa apenas 20 minutos antes de que Ana Pastor convocara a sus señoríasal pleno del Congreso de los martes. No estaba el cuerpo para esosruidos.
Horasantes, el grupo parlamentario popular ya se había juramentado parasacudirse sus vergüenzas en la cara de la ministra de Justicia,Dolores Delgado, pidiendo su dimisión. Ahora, en el reservado, elclan del nuevo poder del PP trataba de articular la enrevesadapirueta de cómo arreglar la casa por dentro habida cuenta de lasingular trascendencia del fiasco provocado.
Demomento, más de 100 diputados del PP han optado por no acudir alprimer pleno de la semana. Ni siquiera les ha motivado porsolidaridad la defensa de su propia proposición no de ley en contradel impuesto sobre el diésel. A los ausentes, evidentemente, lespodía el incómodo sonrojo de sentirse retratados. Fue imposible verdurante toda la tarde a un solo miembro de la dirección nacionalsentado en su escaño.
Conunas aguas tan revueltas y de alcance imprevisible en estalegislatura enloquecida, no es descartable que el pleno de control alGobierno de los miércoles estalle en la cara de su principal enemigoporque los dedos acusan, por ahora, al PP como culpable delestropicio. Desde luego se asiste a la ocasión idílica para queAlbert Rivera se crezca afeando a los otros tres partidosmayoritarios su fallida negociación sobre el nuevo Poder Judicial.
Enun entorno donde la realidad es cambiante por minutos, la dialécticamenos contaminada consiste en seguir dando vueltas a la bomba derelojería de Marchena y al futuro político de Cosidó. Incluso, enese permanente cántico a las conjeturas de pasillos y cafeterías secolaba una pregunta malévola. Consistía en predecir si la pieza deCosidó tendría más efecto devastador para el PP en una eventualcaída que el terremoto ya paliado de Dolores de Cospedal. Quienessaben por cercanía al poder aseguran que el exdirector de Policíatiene patente de corso sobre su futuro porque su silencio sobre loque sabe vale oro. Nadie duda, eso sí, de que nada mejor que unasalida sin ruido para frenar su pérdida de prestigio y credibilidad.Ahora bien, entonces perdería su aforamiento y en el entorno de lascárceles le están esperando con papeles demasiado comprometedores.Jamás imaginó Casado un escenario tan plagado de minas propias.