Los bancos y el ‘bótox’
A día de hoy la cirugía estética hace milagros aunque utilice el veneno más potente y mortífero. Es el caso de la ‘toxina botulínica’, conocida como bótox, que permite esconder las arrugas faciales y disimular el deterioro que representa el paso de los años. Claro que esa magia de restar años a la apariencia de los rostros no significa reducir los problemas de la vejez. Esconder, encubrir o disimular los síntomas de una enfermedad no la cura, ni aumenta la resistencia del enfermo frente a condiciones adversas.
El sector bancario europeo acaba de pasar por el escrutinio de test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea (EBA). Se trata de una prueba de resistencia ante un escenario desfavorable (descenso del PIB, aumento del paro, inflación y caída de los precios inmobiliarios). En esta ocasión ha sido realizada sobre las 48 entidades financieras más importantes del continente. Son los llamados bancos sistémicos, es decir, entidades que se estiman esenciales para mantener la estabilidad y cuyos problemas pueden afectar sobremanera al sistema financiero. En líneas generales todos han pasado la prueba, aunque la valoración de los sesudos analistas de la EBA no contempla la calificación de suspenso o aprobado.
Sin embargo, pese a los resultados, flota en el ambiente una sensación de inestabilidad e incertidumbre. Un cierto sobresalto ante los retos que tiene la Unión Europea en el corto plazo. Estructurales unos, como el temor a una nueva recesión sin despejar las dudas sobre la recuperación y con el BCE anunciando la retirada de compras de activos o la subida de tipos de interés, junto al horizonte coyuntural y convulso provocado por el Brexit y por la crisis italiana, cuando aún no se ha solucionado la crisis griega. Podemos y debemos añadir los problemas del Deutsche Bank, la cuarta entidad europea por volumen de activos y estrechamente vigilada por el mercado por la situación que arrastra desde hace varios años.
Mensajes para sordos No parece que este panorama permita lanzar las campanas al vuelo aunque los resultados, en apariencia, sean todo lo buenos que dicen los números. Más bien parece que los bancos se han sometido a una sesión de bótox para disimular las arrugas ante la EBA, aunque previamente estén recibiendo avisos para ponerse en guardia ante posibles convulsiones, como es el caso del Banco de España que recientemente recordaba a los bancos españoles, en palabras de la subgobernadora, Margarita Delgado, que “han de tener más capital y de mejor calidad que antes de la crisis financiera”. Un mensaje que no parece que lo hayan interiorizado como lo demuestra, por ejemplo, el Santander, colocado en quinta posición en relación a los activos y en el puesto 22 en el ratio capital de máxima solvencia fullyloaded.
En teoría, la prueba de resistencia realizada por la EBA pretende comprobar que las entidades estén correctamente capitalizadas. Pues bien, en este sentido, la consultora Bain&Company señalaba que la mitad de entidades españolas está por debajo del nivel mínimo al que deben aspirar, situado en el 13%, y añadía que “los bancos españoles más grandes tienen una posición particularmente pobre”.
En resumen, volvemos a la casilla de salida donde todo está por hacer y donde cabe todo, proyectos e incertidumbres. Una cosa parece clara, no es suficiente con marcar objetivos ambiciosos, como cuando Ana Botín, presidenta del Santander, señalaba en un artículo titulado “reinventar la banca” (10.11.2016) que “los bancos son las arterias de la economía. Nuestro deber es apoyar el crecimiento sostenible e inclusivo, actuar con integridad y transparencia y responder a los desafíos sociales y comerciales que nos plantea la tecnología”.
Aquí reside el nudo gordiano. Si son las arterias de la economía y quieren apoyar el crecimiento sostenible? ¿por qué no actúan con esa integridad y transparencia ante la sociedad? Durante la crisis han sido favorecidos por el bótox de las ayudas públicas en unos casos y, en otros, por el acceso a un dinero a bajo precio en el BCE que luego colocaban en deuda pública con un sustancioso diferencial (lo cual puede considerarse como otro tipo de ayuda pública).
Los resultados están ahí: han disimulado las arrugas con grandes beneficios, pero no acometen el los cambios recomendados por el Banco de España, ni pueden esconder la debilidad de una posición particularmente pobre.