Mucho se habla y escribe sobre el imparable ascenso de los partidos ultraderechistas en la Unión Europea (UE) y, por el contrario, muy poco se dice del otro fenómeno político emergente que se viene produciendo elección tras elección. Me refiero al incremento del voto verde, el concedido a formaciones políticas, que si bien tuvieron su origen doctrinal en los partidos ecologistas de los albores del siglo XXI, pasadas dos décadas han reformulado sus posiciones y modernizado sus estructuras, ofreciendo un discurso nuevo que está calando en el electorado europeo. Si los neofascistas son decididamente eurófobos y contrarios a la UE, los Verdes son claramente europeístas y partidarios de la construcción europea. Parece que el bipartidismo tradicional que surgió después de la II Guerra Mundial, basado en la alternancia en los Gobiernos del centro derecha, liberales o democristianos, y la socialdemocracia, toca a su fin. Podríamos decir que irrumpe un mapa a cuatro con dos nuevos actores: uno por la derecha y otro por la izquierda, con la Ultraderecha y los Verdes como protagonistas enfrentados.

La sostenibilidad como eje Caras nuevas y discurso nuevo, pero ya con larga experiencia en política. Los Verdes han pasado por gobiernos en toda Europa y, llevan décadas haciendo política en el Parlamento Europeo. No son unos novatos y conocen bien la realidad de las instituciones, lo que les lleva a un posibilismo pragmático, alejado del jipismo de sus posiciones originales, cuando todo se centraba en los movimientos ecologistas. Defender el medio ambiente hoy para los Verdes es antes defender los derechos de las personas y los derechos sociales de la comunidad. Se sitúan, pues, en el núcleo central de la socialdemocracia, pero aportando una visión de sostenibilidad novedosa, que pretende cambiar modelos de producción y consumo, en torno a las soluciones de Economía Circular. Sus propuestas calan en los sectores de la sociedad más formados, de base urbana, con mayoría femenina y amplio espectro generacional, pues llegan desde los más jóvenes a los más mayores, sin excluir a los nuevos europeos fruto de la migración. En ese sentido, se podría decir que representan el voto más moderno y novedoso.