QUIZÁS vieron ustedes a millones de españoles celebrando, alborozados, la Constitución. Yo sólo vi a autoridades y vips festejándola con canapés sobre mullidas alfombras, en Madrid, y a un puñado de jóvenes del PP, en Bilbao, repartiendo copias del texto del 78; como pude ver hace poco, en Londres, a islamistas regalando ejemplares del Corán. ¡Convertíos, infieles!, decían sin decirlo unos y otros a la mayoría indiferente. TVE hizo algo parecido el miércoles, relatándonos la epopeya de un engaño que, no sin suficiente razón, titularon De la ley a la ley, la estampita. El telefilm justifica la fechoría del leguleyo que ideó la legitimación del franquismo como paso previo a una democracia tutelada, cuyos abominables vicios y carencias aún padecemos.

La narración no es neutral. Es la apología de un fraude sin precedentes. Con tres protagonistas: Juan Carlos de Borbón, Adolfo Suárez y el más listo, Torcuato Fernández-Miranda. Aquel trío trilero fraguó el timo que llamaron “la ejemplar Transición”. Con desvergüenza y una épica de cartón piedra lo describen al modo que Cuéntame lo que pasó recuerda cómo un estado social de ignorancia y miedo favoreció el cambio de chaqueta de la clase dirigente que, de un día para otro e invocando la amnesia, pasó de fascista convencido a demócrata sin tacha. Arranca con el atentado de Carrero y concluye con las elecciones del 77, pasando por la muerte del tirano, la designación de Suárez, la ley de reforma política y la legalización del PCE. Hasta inventaron el búnker como hechizo cómico. Si como documento histórico es una farsa, como película es un coñazo, apenas visto por el 9% de la audiencia. Nunca se han visto caracterizaciones más torpes del mago Torcuato y sus contemporáneos.

Mientras, TVE guarda en el congelador de la censura series y películas históricas rodadas o compradas en época de Zapatero, que costaron más de 18 millones. Los devotos de la Constitución temen su verdad malnacida. Hoy podríamos reprochárselo, diciéndoles: “España, eres peor que una esperanza”.