EL pasado 20 de noviembre, el Consejo de la Unión Europea (General Affairs Council) decidió la relocalización de dos importantes agencias europeas, hoy residenciadas en Londres, en nuevas sedes una vez concretado el Brexit a partir de marzo de 2019. La Agencia Bancaria Europea (EBA) dejará su entorno en la potente City londinense para alojarse en París. Relevantes plazas financieras como Fráncfort o Dublín vieron no elegidas sus candidaturas. En paralelo, otra agencia europea, la de Medicamentos (EMA), fue asignada a Ámsterdam, elegida entre 16 ciudades con potentes y cualificadas alternativas (Copenhague, Milán, Dublín... y, por supuesto, Barcelona).
Con esta decisión, la European Medicines & Science Medicines Health Agency (EMA), responsable de la evaluación científica, supervisión y monitorización de la seguridad, calidad y eficiencia de los fármacos tanto en los hoy 28 Estados Miembro de la Unión Europea, como de los países del espacio económico europeo (EEA) garantiza la continuidad ordinaria de su trabajo y responsabilidad en Londres con su nuevo anclaje en Ámsterdam en pleno corazón de la permanente banana azul, espacio de máximo desarrollo y bienestar de nuestra Europa. Y la Agencia seguirá hablando inglés.
La decisión de la Unión Europea ha provocado una enorme y desabrida batalla mediática, política y de pseudoespecialistas en el Estado español y ninguna controversia en los otros 18 aspirantes ni en los 27 estados miembro, ni en el mundo de la industria farmacéutica, ni en las personas directamente implicadas en el traslado, personal y familiar, desde Londres.
La “España no nacionalista”, sin embargo, nos había contado el éxito de Barcelona antes de concurso alguno. Y como es habitual en sus discursos propagandísticos mediáticos -“Barcelona es la mejor opción técnica”-, despreciaba cualquier otra alternativa siguiendo la cansina costumbre futbolera-deportiva que constituye una especie de enfermedad de superioridad a la española y proclama siempre que se trata de la mejor liga de fútbol del mundo, de la mejor o única selección de tal o cual deporte y por la que las competiciones son ganadas antes de iniciar se y se pierden casi siempre por cuestiones extrañas ajenas a la esencia de la decisión. Es la forma en que Madrid ha perdido cuando ha invertido en sus ofertas para organizar los Juegos Olímpicos, “pese a tener la mejor propuesta, el despliegue incomparable de la Corona y su influencia mundial, así como el gran aparato diplomático español” (al parecer no basta con ofrecer un café con leche en la Plaza Mayor). En esta ocasión, y supuestamente por oscuras razones, Barcelona no ha resultado elegida (recordemos que, de las 33 Agencias europeas existentes, cinco tienen su sede en el Estado -Vigo, Madrid, Alicante, Barcelona y Bilbao- y cuando fueron elegidas nadie argumentó razones extrañas).
Sin duda alguna, era una muy buena candidata. La única opción válida en el Estado español, con fortalezas relevantes como ciudad amable y visible, como hub biotecnológico del Mediterráneo y la Europa del Sur, con una relevante oferta de talento y servicios complementarios para el desarrollo ordinario de una Agencia como la EMA. No oculto mi simpatía por Barcelona-Catalunya tanto por mi vinculación y empatía, valoración Ciudad-Nación, como por razones personales y profesionales. Pero? ¿y Ámsterdam?
Una decisión coherente Si alguien se toma la molestia de repasar y comparar las ofertas presentadas por las diferentes ciudades candidatas, quizás puede entender cómo, más allá, de las, sin duda, connotaciones político-económicas-sociales que concurren en la relación Catalunya-España, existen cuestiones objetivas, nada extrañas, en favor de la decisión tomada. The Dutch Bid (la propuesta holandesa), recogida en un extraordinario y sencillo documento de 84 páginas, da coherencia a una oferta ganadora que responde, con exactitud a lo que se pedía: “Responder a las necesidades concretas de la EMA”, es decir, acoger a la agencia, a su staff y familias, garantizar la continuidad ordinaria de sus trabajos (tanto ahora, en los próximos 16 meses mientras continúe trabajando en Londres, como a partir del momento cero de la nueva sede) y fortalecer un futuro avance y desarrollo en sus tareas a partir de 2019, con carácter, en principio, definitivo. Esta oferta holandesa, entiende la agencia, más allá de su núcleo básico, como una potente red clusterizada en el mundo de la salud a cuyos actores relevantes y relacionados (profesionales y empresas de servicios, industria farmacéutica, profesionales de la salud, financiación experta y especializada, propiedad intelectual, espacio de investigación e innovación?) ha de acoger de igual forma. De esta manera, el Gobierno holandés centró y concretó una propuesta empaquetando todos los elementos necesarios para responder a la necesaria continuidad operativa de la agencia, sin sobresaltos, facilitando, también, la coordinación con todas las agencias reguladoras en los diferentes Estados miembro y del EEA, desde la relevante y probada experiencia de la reconocida agencia del medicamento holandesa a lo largo de los cinco continentes.
A partir de aquí, el paquete ofertado se articula en cuatro elementos clave perfectamente interrelacionados y coordinados: Continuidad (Real Estate, operaciones, servicios, gestión del período de transición y solución, ad hoc, llave en mano, con un esquema financiero y subvenciones públicas específicas), Conectividad (insuperable conectividad: hard y soft, aeropuertos, conexiones ferroviarias, automóvil y sistemas de transporte eficientes y de altísima frecuencia con conexión directa con todas las capitales Europeas, desde un hinterland privilegiado, a 92 minutos en coche de Bruselas y una pieza clave soportada en el conocimiento y uso ordinario del inglés por el 90% de la población, además del ecosistema para la industria de salud y medicamentos), Compromiso (para el traslado y acogida, para el desarrollo y potenciación de la Agencia y su entorno profesional clusterizable, así como un potente plan para expatriados y sus familias) y Comunidad (la oferta real de una comunidad escolar internacional y empleo para parejas y familiares, prestaciones de vida desde el momento de su llegada, acceso a financiación, condiciones fiscales, etc.).
Esta propuesta, además de firme, no solamente viene descrita como una pieza literaria en un relato prometedor, sino reforzada con todo tipo de datos contundentes. No se describe todo lo que es o tiene Holanda o Ámsterdam, sino aquello específico y diferencial para las necesidades y demandas concretas de la agencia (no es relevante que el Estado tenga 52 aeropuertos de diferentes niveles, como por ejemplo anuncia la candidatura española, sino tres concretos a menos de treinta kilómetros, uno de ellos a seis minutos en tren del centro de acogida de la nueva ubicación). No resulta ocioso que todos los indicadores que destaca la oferta de Barcelona se ven superados uno a uno por Ámsterdam: número de ciudades conectadas, distancia y tiempo a puntos de interés, número de empresas farmacéuticas relacionadas, centros de formación médico-sanitario, empresas de servicios profesionales especializadas en salud, presupuestos en I+D+i en salud, presupuestos y aportaciones de la agencia reguladora nacional en cada caso, tasa de creación y supervivencia de startups Bio, número y variedad de centros o escuelas internacionales? Y, sin duda, ubicación.
Es decir que, merece la pena repasar “la mejor oferta técnica”, compararla con la ganadora, de manera que no solamente seamos medianamente objetivos sino conscientes de los espacios de aprendizaje y mejora existentes.
Además, ¿Qué y como ha influido? Sin embargo, al margen de contenidos de la oferta, la mayoría de las voces se aproximan desde el paraguas mediático dominante: “el independentismo penaliza Barcelona”, porque en histérica expresión de la ministra de Sanidad, “es el peor virus. No aman ni a España, ni a Catalunya ni a Europa”. Pero, más allá de voluntades, culpas o protagonistas, en torno al concepto y contexto actual, ¿cómo han influido algunos elementos clave? Más allá de la objetividad y racionalidad de la propuesta singular, ¿ha pesado la situación política y contexto actuales en Barcelona-Catalunya-España? ¿Qué ha tenido más impacto? ¿Un procés a lo largo de los años mostrando a Europa una permanente movilización ciudadana pacífica, creciente día a día, reclamando su autogobierno, en Europa, a través de un nuevo modelo democrático de relación con el Gobierno central y diferentes pueblos en el Estado español? ¿O por el contrario la incomprensible no gestión de una posible consulta popular, la intervención del Gobierno central con el apoyo de un poder judicial en cuestión y la cobertura de un Senado oscuro e inoperante para suspender la autonomía, encarcelar a un gobierno legítimo y suprimir un Parlamento democráticamente elegido con la excusa de “devolver la voz y voto al pueblo” hasta que vote lo que quienes no ganaron las elecciones esperan? ¿Habrán impactado las imágenes de una policía encerrada en los muelles de la ciudad para intervenir y volver a casa? ¿Llamaría la atención de un Jurado ocupado en residenciar una sede internacional en una ciudad distintiva la incomprensible intervención exprés de un gobierno que invita a las empresas a salir de Catalunya y violenta sus propias leyes de sociedades de capital, derechos de los accionistas y ruptura de reglas ordinarias del mercado y tejido socioeconómico existente? ¿Pesaría en esta decisión el peso real de una España cuestionada en Europa tanto por la corrupción y cuestiones judiciales asociadas, abiertas y en curso, que implican al presidente del gobierno ya su partido? Más allá de palabras de cortesía de Jean-Claude Juncker, ¿preocupará el hecho de que el Gobierno español tenga a sus ministros clave reprobados por el Congreso?
Efectivamente, las autoridades españolas han presentado una propuesta para Barcelona, demostrando en la práctica su incómoda relación con la ciudad y con el gobierno de Catalunya y su escasa aceptación institucional en el “territorio de acogida”. En su propio alegato reclamaban de los jueces del concurso valorar la conveniencia de “repartir agencias” en diferentes Estados miembro y ponían el acento en la “Europa del Sur”. Holanda ha hablado de Ámsterdam y Europa. Cada uno ha jugado sus legítimas bazas y, en esta ocasión, ha resultado elegida Ámsterdam.
Aprendamos de la experiencia. Quizás merezca la pena repasar las 16 ofertas y candidaturas. Sin duda, nos llevaríamos muchas sorpresas y aprenderíamos potenciales soluciones para futuros proyectos y algo más de las fortalezas y bondades reales de las capitales candidatas, de su entorno y ecosistemas de salud y, sobre todo, de su realidad y potencia económica, social y política. Toda una rica y variada Europa que nos interesa a quienes de verdad amamos Europa aunque queramos construirla de otra manera.