Las noticias sobre Catalunya llevan meses llenando los medios y me temo que seguirá siendo así, dado el mal cariz que ha tomado el asunto por la lamentable y nada inteligente posición del Gobierno español y de sus escuderos del PSOE y Ciudadanos.
Digo lamentable actuación del Gobierno del PP por no decir algo más grueso -brutalidad policial, amenazas de sacar el ejército, chantajes?-, pero ni siquiera con esas ha logrado impedir que la ciudadanía exprese mayoritariamente lo que desea; muy al contrario, ha conseguido el efecto opuesto convirtiendo en independentistas firmes a muchas más personas.
Y añadía poco inteligente porque a Rajoy y cuadrilla -henchidos de valor patrio- se les ha ido de las manos un asunto que, si se hubiera hablado a tiempo, podría haberse desarrollado de muy distinta manera con acuerdos, por ejemplo, de reconocimiento de la nación catalana, una fecha de referéndum pactado y/o la ampliación de sus competencias tributarias.
La gente allí está harta por la diferencia entre lo que pagan y lo que reciben. No extraña, por lo tanto, que quienes aportaron en 2016 más del 19% del PIB estatal, es decir de la riqueza generada, sufran los embates continuos de Madrid y tengan intervenidas las Cuentas, mientras en otras zonas del Estado se vive mucho más alegremente con déficits y gestión cuando menos discutibles. Lógico su enfado. Que nos sirva en Euskadi para valorar nuestros Concierto y Convenio -mejor administrarnos aquí a que te lo decidan en Madrid-.
Celebraron el referéndum y ganó el sí, mal que les pese en España. Han dado un ejemplo de defensa pacífica y cívica de las decisiones de sus instituciones frente a las mentiras descaradas de la brunete mediática española y de su clase política, porque ven cómo se les va uno de los territorios más ricos y eso duele, claro está. Por eso suspenden la autonomía vía el 155, aunque de facto ya lo estaban aplicando con el objetivo de generar caos y descontento en la vida cotidiana para desacreditar a la Generalitat.
Las agresiones contra Catalunya dejan al descubierto una falta total de sentido y respeto democrático. Está siendo tan terrible que cuesta cada vez más mantener la calma: cárcel contra activistas de la ciudadanía, insultos y amenazas continuas a Puigdemont, Govern, Parlament, ayuntamientos?, acusaciones de xenofobia, de golpismo, de utilización de los niños? ¿Se acuerdan de cuando decían que en las ikastolas se enseñaba a contar con guardias civiles muertos?
Rajoy no ha hecho política, se ha limitado irresponsablemente a azuzar el odio dando aire a las ideas fascistas que les afloran a la menor. Para botón una muestra: Casado, del PP, además de encomendarse a Santa Teresa para velar por la unidad de España -¡uff!- amenazó a Puigdemont con acabar como Lluís Companys -president encarcelado por defender la soberanía de Catalunya y fusilado en 1940 por los fascistas que esta gente del PP todavía no han condenado-.
Por los páramos de España andan ya hablando de ilegalización de partidos y, consiguientemente, de ideas. Ya sabes: cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar. Estamos ya en una espiral de consecuencias imprevisibles y no solamente en Catalunya, pues con el envalentonamiento de matones de barrio que tienen lo siguiente será la ultraderechización y centralización.
Termino con unas palabras de Lluís Companys, a modo de homenaje a todo el pueblo catalán: “Volveremos a sufrir, volveremos a luchar y volveremos a vencer”.