JUNTO a las querellas judiciales, amenazas de cárcel, embargo, inhabilitación y penas del infierno para los disidentes de Catalunya, España ha decretado el estado de unanimidad política y así se ha instaurado por el altavoz de TVE. ¡Todos de acuerdo contra el referéndum de independencia! Sin fisuras, como les gusta enfatizar. La orden es que nadie discrepe y que la opinión sea tan igual y monolítica en palabras y argumentos, tan absoluta y tenaz que haga imposible cualquier atisbo de desacuerdo. Si ya la televisión pública estatal, por su origen franquista, andaba escasa de pluralidad, ahora esa carencia es su perfecto retrato. Los debates españoles son coros de una única voz, donde toda competencia se manifiesta en quién dice las frases más feroces contra Puigdemont y quién es mayor valedor de la unidad a garrotazos.

De los debates mañaneros de La 1 poca diversidad de criterio podíamos esperar, dirigidos por Sergio Martín, el periodista aniñado y sectario que espetó al líder de Podemos aquello de “hoy han salido varios etarras de las cárceles, estará usted de enhorabuena”. Ahí sigue, menos imparcial y más del PP que nunca. De los diálogos nocturnos del Canal 24 horas no tenía mejores expectativas. El antiguo tertuliano Víctor Arribas, que ahora modera los coloquios de La noche en 24 horas, ha escogido interlocutores convenientes, ninguno que apunte una pizca de desigualdad sobre la cuestión catalana. Lo previsible mata todo, como la rutina disuelve el amor y el espíritu creativo.

No contentos con ejercer la unanimidad de opinión, TVE anuncia la contratación de Carlos Herrera, cuya ecuanimidad podría llevarnos al éxtasis intelectual. Se le ha prometido un programa en horario estelar y de discusión política. ¿Discusión? Eso es imposible. Hace tiempo que en Génova reclamaban una tertulia a la medida para hacer frente a laSexta y a Cuatro y no dejar la propaganda de la derecha al púlpito episcopal de 13TV. El andaluz tiene una misión profética en un país donde todos piensan lo mismo, a paso militar. ¿Piensan?