Despistados en San Mamés
PARA mí que los chicos estaban aún impregnados del perfume europeo y en cierto modo mediatizados por el subidón que experimentaron en el Apostolos Nikolaidis de Atenas frente al Panatinaikos, que prácticamente asegura al Athletic su participación en la próxima Europa League. Es un mérito grandioso para este equipo tan singular, el único que no ha hecho un solo fichaje para reforzarse ante esta nueva temporada y en cambio, fiel a su idiosincrasia, presentaba en sociedad a dos nuevos leones, Unai Núñez, que jugó de titular en la zaga rojiblanca, e Iñigo Córdoba, que sustituyó a Balenziaga en el tramo final para darle más vigor al ataque. Y sin tiempo para cambiar el chip llegó el Getafe, un recién ascendido, prototipo de equipo modesto y con la tropa muy entrenada para resistir con talante filibustero su debut en San Mamés. Para intentar entender el tostón de partido que la hinchada tuvo que tragarse a palo seco conviene irse por las ramas so pena de caer en apriorismos, tan comunes en el mundillo futbolístico, y afirmar que José Ángel Ziganda ha difuminado a un equipo con altibajos, pero fiable y reconocible en su juego, e incapaz de ganar a un rival que jugó en inferioridad numérica desde el minuto 66.
En su descargo se puede añadir que la primera jornada liguera suele ser proclive a las sorpresas, como pudo constatar el Atlético de Madrid frente al debutante Girona (2-2), y eso que Iraizoz cometió un error de campeonato; o del Sevilla ante el Espanyol, que evitó la derrota en el Sánchez Pizjuán porque el árbitro dio por bueno el tanto de Lenglet que adelantó a los sevillistas
Hubo muchas dudas sobre si entró o no el balón en la portería que defendía Pau López, y en parecida jugada el colega que pitó en La Catedral, el andaluz Melero López, resolvió a la inversa, dictaminando que Kepa Arrizabalaga sacó la pelota con limpieza y sin que ésta hubiera traspasado la raya de la portería rojiblanca para alivio del personal y pasmo de Markel Bergara, autor del controvertido remate, y presente en aquel otro antológico gol que Mateu Lahoz tuvo a bien anular el 4 de marzo de 2012, en un derbi ante la Real Sociedad (2-0) que ha pasado a la historia bajo el epígrafe de un gol fantasma en tierra de fantasmas, según se escribió en un diario guipuzcoano como ejemplo de forofismo y frustración incontenida.
Si hubiera estado vigente y vigilante el controvertido VAR mucho me temo que Melero López hubiera dado por válido este nuevo gol fantasma y, en consecuencia, incrementado el desengaño que se llevó la hinchada rojiblanca, que acudió a la cita con la ilusión recobrada tras la marcha de Valverde y el grado de confianza que levanta Ziganda.
Kepa, además, realizó una impresionante parada a tiro de Cala, ya en la segunda mitad, del encuentro, y poco se supo de Vicente Guaita, el hombre que defendía la portería del Getafe y que acabó prácticamente inédito, muy a pesar del arreón final del Athletic, que puso cerco a su área sin orden, ni criterio, ni ideas.
Pero esto solo acaba de empezar y probablemente venturas y dicha aguardan al técnico navarro en la procelosa temporada que acaba de arrancar, hasta el punto de aventar cualquier rastro de nostalgia hacia Valverde, cuyo equipo recuperó anoche la senda del triunfo tras las derrotas que sufrió ante el Real Madrid en la Supercopa de España.
El Barça-Betis fue un partido extraño, contaminado por los recientes atentados en suelo catalán. En el Camp Nou se afrontó el encuentro con aires de solemnidad y, al grito de “no tinc por” (no tengo miedo), se quiso desafiar con furia a la malignidad desaforada que ha llenado de dolor Barcelona y ha vuelto a expandir el temor por toda Europa.
Messi escanció sobre el campo todas sus esencias, y en su empeño de marcar un gol a toda costa estrelló hasta en tres ocasiones el balón en los palos. Messi quería rendir su más sincero homenaje a las víctimas. Pero al coliseo azulgrana tan solo acudieron 56.000 espectadores, demasiado poco para un partido inaugural y con la ciudad rebosante de turistas.
Mucho me temo que sí. Que nos han metido el miedo en el cuerpo.