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Quousque tandem

Quousque tandem

POR culpa de las viejas clases de Llatín de juventud se quedó prendida en mi memoria un verso de las Catilinarias, aquellos discursos de Cicerón. Me niego a mirar en Internet, la memoria bit de nuestro tiempo que el día que se cortocircuite va a provocar más estragos que el Alzheimer (dicho sea con el mayor de los respetos a quienes padecen la enfermedad...) en nuestros recuerdos, cómo se escribe. Si no me equivoco, que me equivocaré, la pregunta decía algo así: Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? o, lo que es lo mismo, ¿Hasta cuando abusarás de nuestra paciencia, Catilina...?

Abusar de la santa y triste paciencia de ellas, esa que antaño les relegaba al silencio a las mujeres maltratadas; esa era la última de las mil y una vejaciones que aquellos cabrones de manos largas aplicaban a las mujeres que tenían la desgracia de vivir junto a ellos. En la olla de esos desalmados se cuecen seres despreciables, hombres que denigran al género humano: a las mujeres que se cruzan en su camino, destrozándoles la vida; a los hombres, siquiera porque nos puedan comparar con ellos. La capacidad de resistencia, dicen, se ha reducido de diez a seis o siete años. Es mucho. Ni un día más. Sí, te lo digo a ti, si eres una de ellas.