Síguenos en redes sociales:

Rumanía riza el rizo

la victoria socialdemócrata (PSD) en los últimos comicios de Rumanía ha evidenciado lo enrevesado y lindante en lo absurdo que es el quehacer político del país. Y es que entre condenas por corrupción de altos cargos, clientelismo casi estepario y llamadas al orden desde Bruselas, las urnas abocaron Rumanía el pasado mes a ser el Estado más variopinto de la Unión Europea: país latino, pero con un presidente de etnia alemana y una candidata (aunque vetada por el presidente Johannis sin explicación alguna) musulmana, de etnia tártara, a la jefatura del Gobierno.

También se puede explicar esta situación a base de sentencias de los tribunales. Porque las elecciones del pasado 11 de diciembre las ganó el PSD junto con el ALDE claramente -174 de los 329 escaños de la Cámara y 76 de los 136 senadores- debido al voto de la población rural, cuyo nivel de vida es muy inferior al urbano. Pero el presidente del PSD, Liviu Dragnea, no puede asumir ningún cargo público porque en 2015 fue condenado a un año de prisión (suspendida) por instigar a falsificaciones electorales. Y Nicusor Constantinescu -uno de los hombres fuertes del PSD- tampoco puede asumir cargo alguno porque fue condenado en 2016 a cinco años de prisión por abuso de poder y corrupción. En realidad, la lista de dirigentes del PSD (y otros partidos) condenados por la Justicia es mucho más larga, pero estos no afectan a la situación actual.

A la vista de este panorama y antes de ceder la jefatura de Gobierno al ALDE (Alianza de Liberales y Demócratas), partido aliado en el Parlamento, Dragnea optó por proponer para el cargo a Sevil Shaideh, antigua ministra de Desarrollo de las Regiones, y estrecha colaboradora de Dragnea desde hace años.

La designación es toda una primicia, porque Shaideh no solo pertenece a la minoría tártara de la región costera de Dobrogea, sino que además es musulmana practicante y está casada desde 2011 con un inmigrante sirio (el nombre de soltera de la Shaideh es Sumanariu) supuestamente vinculado al Gobierno sirio.

Si a todo ello se suma que el tercer miembro de la coalición gubernamental rumana es el partido de la minoría húngara (UDMR) y que el presidente del país es el antiguo alcalde de Sibiu, Klaus Johannis, transilvano descendiente de sajones, no se le puede negar a Rumanía ser uno de los Estados más aperturistas de la Unión Europea? aunque lo sea más que por mor de las sentencias por corrupción.