LAS últimas presidenciales austriacas tienen -como todas- varias lecturas. La general ha sido la de alivio por la derrota de los populistas del FPÖ; otra, más inquietante, es la de que el gran problema del país sigue en pie : debido a la gran coalición de populares (ÖVP) y socialistas (SPÖ), la única alternativa parlamentaria la brindan justamente los populistas.

Naturalmente, existen más lecturas de esos comicios, como la de que la victoria del candidato verde ni es un espaldarazo general a los verdes ni un rechazo mayoritario a los populistas por cuanto esos dos constituían la alternativa obligada. O, también, la de que el hecho de que la candidatura final a la presidencia no haya recaído en ningún representante de los partidos “de siempre” revela un alarmante malestar del pueblo con los habituales del poder. Es un fenómeno que se ha dado últimamente en demasiadas democracias parlamentarias de todo el mundo y no pocas veces con demasiada violencia física y moral.

En el caso concreto de Austria, país al que le va económicamente muy bien, el malestar popular se debe a la sensación de la gran coalición parlamentaria se dedica ante todo a una eternización de esos dos partidos en el poder, relegando los problemas y los anhelos del electorado ad calendas grecas, que decían los romanos.

Y ese malestar político, que en condiciones normales sería pasajero, se agudiza enormemente hoy en día justamente por ese monopolio de la oposición que detenta el FPÖ en el Parlamento vienés para socavar sistemática y demagógicamente los principios mismos de la democracia parlamentaria? mientras socialistas y populares miran plácidamente al tendido.

Las masas no entienden de Derecho Político ni tiene conciencia de la infinidad de reformas estructurales. Jurídicas y económicas que se hallan estancadas en el Parlamento, pero el pueblo nota claramente la atonía política de sus principales partidos y hombres públicos y se inquieta. Con el riesgo -señalado una vez y otra por las encuestas- de desahogarse equivocadamente: en cada consulta demoscópica crece más y más la intención de voto favorable al FPÖ.