JOSÉ Luis González González quiso cortar cualquier conato de brusquedad sobre el césped durante el primer cuarto de hora. Y lo hizo. Amonestó a Iñigo Martínez, Aduriz y Raúl García, algunos de los jugadores que le podían crear problemas a la larga. Lo mismo que Illarramendi. A partir de entonces, el colegiado de Ponferrada marcó los tiempos y en la segunda parte, a partir de la remontada del Athletic, se empezó a pasear. En ese momento, nadie se acordó del árbitro. Al menos los aficionados rojiblancos, los mismos que minutos antes le recriminaron la brusquedad con la que se empleaban los jugadores de la Real Sociedad. Y eso que en el segundo acto tuvo los errores más claros. En el gol de Aduriz, a mi entender, hay falta previa de Raúl García a Rulli, porque el centrocampista del conjunto bilbaino le pega una patada en la espinilla al portero argentino. Antes de todo esto, en el minuto 40 no hay penalti de Yuri. El público y los jugadores del Athletic pidieron mano tras un centro de Aduriz. El balón golpea en el brazo del txuri-urdin, pero no es punible, porque le da de manera involuntaria cuando se tira de espaldas. En el minuto 50 creo que Muniain es derribado dentro del área por Carlos Martínez. González González no pitó nada, aunque para mí sí es penalti.

En resumen, un arbitraje desigual de un árbitro que repartió errores por igual. Le doy un aprobado raspado al ser un derbi, con todo lo que eso conlleva, ya que la intensidad fue considerable.